El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCLXXIX)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCLXXIX)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

De nada. Así es. Dos veces he intentado hablar contigo para felicitarte con ocasión del aniversario de tu nacimiento. La primera, a la salida de la biblioteca pública de Tudela (he aprovechado para dejarte un mensaje con mis deseos de que hoy seas un poco más venturoso, si cabe), y la segunda, nada más llegar a casa para comer, pero he vuelto a escuchar el mensaje que has dejado grabado en el contestador y he abandonado la idea de insistir (que no he seguido el ejemplo de Matías Prats, vaya).

Celebro mucho que te haya gustado el poema por lo que dice y por cómo lo dice (por tantos —raros en mí— encabalgamientos, ciertamente). Tú eres mi asiduo comentarista o, si lo prefieres, mi puntual crítico, mi médico de cabecera y, a veces, hasta mi psicoanalista. Cada una de las apostillas que hago a tus escolios las termino dándote las gracias a ti (y queda constancia de ello) y, dándoselas también (que, salvo hoy y aquí, si no marro, que puede, no constan en ningún otro sitio) a Dios (si es que existe) por animarte a seguir con ellos.

Por cierto, a propósito de criticar, el DRAE da dos definiciones del susodicho verbo: “Analizar pormenorizamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia de que se trate” y “hablar mal de alguien o de algo, o señalar un defecto o una tacha suyos”. Como no especifica si ese defecto o esa tacha es ajeno o propio, entiendo que el adjetivo posesivo de tercera persona y plural “suyos” aglutina, engloba o reúne a ambos (de los demás o de él —o ella—, quien hace la crítica o la autocrítica). Tengo para mí, por lo extendido que está el prejuicio (como adujo Albert Einstein, qué difícil resulta cepillarlo o eliminarlo), que forman una legión las y los que creen que criticar solo significa la segunda. En más de una reunión social reciente eso es lo que he escuchado aducir o aseverar a personas con carrera, que, ignorantes de su error, seguirán sosteniendo lo mismo, hasta la laude, me temo, mientras no presten la debida atención a quienes pretenden sacarles del burdo yerro.

¿Que qué entiendo por “analizar pormenorizadamente algo y valorarlo”? Decir qué me parece bien y qué me parece mal de lo que sea, un poema, un cuento, una novela, una tragedia, una comedia, un drama, un programa de televisión, de radio o un artículo de periódico. O un comportamiento callejero, o una homilía, o un café concierto. Por lo tanto, para ser completo en mi análisis, he de dar cuenta de los aciertos y de los errores, si los he hallado, claro.

Cuando he escrito sobre crítica literaria, siempre he recordado las palabras de uno de mis referentes, espejos o maestros, don Antonio Machado. Por boca de uno de sus álter ego, Juan de Mairena, nos recomienda esto: “Si alguna vez cultiváis la crítica literaria o artística, sed benévolos. Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin o conformidad con lo inepto, sino voluntad del bien, en vuestro caso, deseo ardiente de ver realizado el milagro de la belleza. Solo con esta disposición de ánimo la crítica puede ser fecunda. La crítica malévola que ejercen avinagrados y melancólicos es frecuente en España, y nunca descubre nada bueno. La verdad es que no lo busca ni lo desea”.

Así pues, criticar no es otra cosa que analizar si ha habido mucho, poco o ningún ajuste o encaje entre las pretensiones y los resultados, o, si lo prefieres, si entre lo pensado, lo dicho que se va a hacer y lo que ha quedado hecho se advierte cierta coherencia y/o lógica.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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