El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Que esto ninguno olvidéis

QUE ESTO NINGUNO OLVIDÉIS

“Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso —por llamarlo de algún modo— del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo (sigue aduciendo Unamuno, señalando al obispo de Salamanca), lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito “¡Viva la muerte!” y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado, que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor”.

Miguel de Unamuno y Jugo

Enojado, Millán-Astray exclamó: “¡Muera la intelectualidad traidora!” y, a continuación, “¡Viva la muerte!”, pero, debido a la algarabía, esa doble exclamación solo fue escuchada por quienes estaban más próximos al general, brotando la leyenda de que dijo lo que realmente no dijo: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”.

Ante tal insolencia, Unamuno refutó: “Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”.

Hace ocho décadas justas
Del “¡muera la inteligencia!”
Que soltó con insolencia
Millán-Astray. Sus injustas
Palabras semejan fustas,
Como el cabal “venceréis,
Pero no convenceréis”
Con el que un búho, Unamuno,
Lo zahirió. Ojalá ninguno
De vosotros lo olvidéis.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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