El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCLXXVIII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCLXXVIII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Ciertamente, lo que comentas, el cambio de criterio, puede darse y ocurre, pero también puede acaecer y acontece lo opuesto, que no tiene lugar esa muda.

Te agradezco sobremanera la referencia que haces de quien anda urdiendo en estos momentos los presentes renglones torcidos, Otramotro, por la parte que me toca, pero ya sabes qué poco me petan los ditirambos (los detesto) propios, los que (se) vierten sobre mis textos o mi persona.

No me extraña que te haya llamado la atención; y más, supongo, si cuesta o tiene, además, un precio desorbitado el irónico mamotreto.

Ese guau es bueno, y hasta buenísimo, óptimo. Pero ya sabes que no conviene olvidar nunca la burla fina y disimulada con la que trenzó don Miguel de Unamuno y Jugo en “Abel Sánchez” la siguiente pregunta: “¿Contra quién va ese elogio?”.

Como sabes, el pretérito fin de semana lo he pasado en Cornago, donde volví a disfrutar de lo lindo con el paisaje y el paisanaje. Como, asimismo, te consta que no gasto ordenador ni Internet (ni tengo intención de variar mis costumbres), el sábado pasado, seis, no pude trenzar la respuesta al comentario que me hiciste a la décima que publiqué aquí ese día (“¿Que qué hace a un relato (in)grato?”), hasta ayer, por la mañana, que, al poder acceder a uno y a la otra, la urdí y firmé.

Ignoro si leíste ayer la susodicha, pero, aprovechando la ocasión (“Debes saber escoger la oportunidad” aconsejaba otrora y aún nos recomienda ahora Pítaco de Mitilene, uno de los Siete Sabios de la Hélade), escribí sobre el particular, tras la presentación, el siguiente párrafo: “Como el avezado lector que soy, tengo mi propio parecer al respecto. He constatado que un mismo hecho (que, a veces, tiene poco que ver, muy poco, con lo dicho que se iba a hacer o ha resultado, pues entre el uno y el otro ha podido venir a mediar, verbigracia, más que un estrecho trecho), sea el que sea, dependiendo de la perspectiva o el punto de vista adoptado por quienes lo han visto y han formado un criterio, a unas/os les ha agradado y a otras/os no. Son diversos y/o múltiples los factores que influyen a la hora de sacar provecho o perjuicio del susodicho hecho. Cuentan lo suyo, evidentemente, los gustos, variopintos, que acarrean las/os espectadoras/es y/u opinadoras/es y, asimismo, los prejuicios, muchos o pocos, de las/os mentadas/os. Tengo para mí que cada quien es libre de opinar lo que estime conveniente, siempre que un juez no halle en ello ánimo de ofender a otra/o/s. Mientras la argumente o razone, cada quien puede sostener la idea o tesis que tenga a bien manifestar”.

Eso es lo que pensaba ayer en torno al asunto de marras o tema en cuestión. Hoy, recordando lo que dijo y dejó escrito Ulpiano en latín, “Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere suum cuique tribuere” (“Estos son los principios del derecho: vivir honestamente, no molestar al otro y dar a cada uno lo suyo”), sigo pensando lo mismo. Ignoro si mis argumentos te servirán o no, si te persuadirán o no. Como he urdido recientemente, los dos versos finales de una décima que publicaré solo sabe Dios cuándo, dicen así: “No hay una sola receta / Que vaya bien para todos”.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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