El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCLXV)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCLXV)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Una vez confirmada la realidad (comprobé que solo las participaciones que llevaba de la peña “La Teba” tenían premio: habían hallado la suerte en la pedrea), que el noventa por ciento de lo jugado (ya en participaciones, ya en décimos) obraba roto en la basura; ratificada la vigencia del axioma, que la salud sigue siendo, sin dejar una rendija por la que pueda colarse la flaca hesitación, la mejor lotería que le puede caer o tocar al pobre, como te urdía la víspera del caprichoso sorteo, insisto en desearte a ti y a tus allegados (deudos y amigos) lo mejor para hoy, mañana y siempre, mientras sigáis siendo niños, sea Navidad o no.

Conforme te escribía el párrafo precedente, me ha venido a la mente, porque le cuadraba estupendamente, porque le encajaba como alianza al anular, la genial idea que gravitaba sobre la dedicatoria de “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry:

A LEÓN WERTH

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo; incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.) Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LEÓN WERTH CUANDO ERA NIÑO”.

Ignoro qué me deparará el destino, como te consta, aleatorio, caprichoso, quiero decir, cómo serán los días que me quedan por vivir durante las presentes fechas y fiestas navideñas, pero lo que te puedo confirmar (sin ser obispo, ya sabes) es que la tarde y la noche de Nochebuena, en Cascante, las pasé estupendamente entre los deudos y amigos de mi cuñado Jesús y mi hermana María del Pilar; que la jornada de la Natividad del Señor, en Tudela, disfruté a tope con los amigos de mi difunto hermano José Javier, en el trigésimo séptimo aniversario de su triste y prematuro óbito, con mis allegados y los familiares de mi cuñada Alicia y mi hermano Miguel Ángel, “el Chato”; que el sábado pasado me lo pasé en grande junto con los Luises (Calvo y de Pablo) en Rincón de Soto (en donde saludamos a Blas, padre de Luis de Pablo, a Joaquín Félix Martín, “el Andaluz”, y a los seres más queridos del último) y en Alfaro, donde comimos y hablamos de lo divino y de lo humano, en grata compaña.

Que los políticos hablen y acuerden para solucionar, si no todos, el grueso de los problemas que acucian a los ciudadanos, que para ese y no otro menester los hemos elegido o seleccionado.

Por “Algaso” seguimos con niebla. Esperamos y deseamos que esta tarde, como escuché decir ayer a una meteoróloga, levante y podamos pasear.

Tu “toque mágico” me ha hecho recordar un anuncio de antaño que ponderaba las virtudes de cierta prenda femenina, íntima, con “cruzado mágico”. ¡Cuánto la/o echo de menos!

Sé que naciste en la casa de tus padres, porque así me lo hiciste saber.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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