El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCLX)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCLX)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

El soneto, aunque probé varias veces, no había por dónde agarrarlo. Bueno, en sentido estricto, al final, sí conseguí asirlo con las yemas, pero, una vez obró entre los dedos de mi mano, se (me) deshizo o desmenuzó como un polvorón. Como has comprobado, y en más de una ocasión u oportunidad, con buena voluntad a secas, sin que medien o le acompañen la dedicación, el esfuerzo y el sacrificio, se consigue poco en esta vida. Un soneto es una composición estupenda, magnífica, pero quien ha trenzado varios (acaso más de cien) sostiene que no se logra urdir uno de los susodichos sin echar mano de ese tridente del que últimamente tanto hablo y/o escribo, el DES.

Pues no, no había leído lo que había dicho Millán Salcedo a propósito de la formación militar, pero, él, humorista empedernido, lógicamente, le sacó punta hilarante (sarcástica) al asunto, sin duda.

Pues (serendipia o serendipidad —si prefieres chiripa, aquí dejo también constancia de dicha voz— tenemos, porque) no mañana, sino el lunes, como ya habrás leído o leerás, precisamente, hablo, menciono o miento, sin mentir, en mi décima hodierna de una muela. Que el odontólogo (sea ella o él) solucione cuanto antes el problema que tienes con la mentada y lamentada muela (que te la quite o te la salve, pero que esa, al menos, no te duela jamás de los jamases, quiero decir, nunca más).

Cada vez que me preguntan por qué sigo escribiendo, siempre echo mano de estas líneas, por las que todo lector (ella o él) puede pasar y posar su vista en el capítulo tercero de la segunda parte de “Don Quijote”: “—Una de las cosas —dijo a esta sazón don Quijote— que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con buen nombre porque, siendo al contrario, ninguna muerte se le igualara”.

Probemos, por tanto, ese argumento nuevo (¡a ver si tú mismo has hallado la solución al problema de que no hayas disfrutado nunca, como debieras, a tope, de la lectura de “Don Quijote”!), ideado por ti. Desde el día de la fecha, hoy, viernes, once de diciembre de dos mil quince, tienes terminantemente prohibido leer al día un capítulo de la novela (que contiene todas las novelas habidas y por haber) cervantina por excelencia. Considerando que la primera parte tiene 52 capítulos y la segunda 74, en menos de medio año te habrás ventilado la obra cumbre de la Literatura Española de todos los tiempos.

Algo de eso hay. Las/os que resultan ganadoras/es de la guerra son las/os que (d)escriben qué acaeció. Como sabes, el agua de la fuente, del grifo, manantial o pozo del que bebe todo/a autor/a es la realidad o la historia vivida o que le han contado. Cada historia (si ya es desde el inicio remoto, desde el mismo huevo, o sea, ab ovo, legendaria, con más razón), metamorfoseada al antojo de su hacedor (ella o él), deviene cuento o novela. A veces, la ficción llega a superar a la misma alarmante o irritante realidad (casi siempre por exceso).

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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