El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCLIV)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCLIV)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Que sepas que la expresión que arranca o encabeza tu comentario hodierno (“y vuelta la burra al trigo”, que viene a significar, poco más o menos, esto, una iteración de yerros y, asimismo, en otros casos, una repetición cansina, cargante, molesta, onerosa —cierta burra, aunque hubiera sido despachada mil y una veces del sembrado por su/s amo/s, volvía una y otra vez a meterse en él—) no se compadece, en absoluto, con la fiel prosopografía y la estupenda etopeya que le siguen y que tú mismo, por tu cuenta y riesgo, te has encargado de coronar con evidente acierto del finado padre Pedro María Piérola, religioso camilo, que a varios grupos de adolescentes (entre los que nos contamos, hallamos o sumamos tú y yo) nos enseñó a comportarnos con empatía y del que tantas lecciones (no solo didácticas, escolares, sino para la vida adulta) aprendimos.

No le escuché aducir las razones que tú, al parecer, sí oíste para no ser engatusado por la rubia o la morena de turno, pero me lo imagino defendiéndose a ultranza ante la tentación de un íncubo o un súcubo, demonio con aspecto de hombre o de mujer, y manteniéndose firme en su elección de seguir siendo célibe. Ya te extenderás, cuando lo tengas a bien, en la anécdota de los mormones, porque la ignoro de cabo a rabo.

No creo que él buscara, intentara o pretendiera esconder o tapar sus escasas culpas o faltas, que, como persona que era, colijo, las tuvo que tener, pero eran tan brillantes y tan variadas las prendas o virtudes que Piérola atesoraba que estas, seguramente, solían oscurecer o hacer imperceptibles sus tachas.

Tengo para mí que no me regañó nunca (pero puedo andar equivocado). Sin embargo, me consta que me sentí honrado cuantas veces fui escogido o seleccionado —entre los miembros del curso o del grupo— por él para llevar a cabo cualesquiera encargos o trabajos (aunque estos resultaran pesados) que fueran.

Algo de eso que apuntas debe estar sucediendo en el cielo desde que el de Ázqueta anda por la gloria, amenizando la espera a cuantas/os aguardan para contemplar la presencia eterna de Dios.

Gracias a ti por pintar con tan atinados colores a quien recordaré mientras viva (o no me juegue una jugarreta o mala pasada el alzhéimer).

Insisto en seguir dándote las gracias, por tu diligencia (ya conoces ese refrán que dice: “contra el vicio de pedir, la virtud de no dar”, que se ve atenuado, contradicho o, tal vez, comple(men)tado con la enseñanza que se extrae de esa disputa o enfrentamiento, que no miento, entre los siete pecados capitales y las siete virtudes: “Contra soberbia, humildad; contra avaricia, generosidad; contra lujuria, castidad; contra ira, paciencia; contra gula, templanza; contra envidia, caridad; y contra pereza, diligencia”).

Supuse que, mutatis mutandis, como hacen otros zumbones, maestros en el manejo de la ironía, con las novedades que han ido brotando aquí, naciendo ahí o surgiendo allí, el más coñón de mis amigos cornagueses, tú, se había decantado por dar la mala noticia antes que la buena nueva.

¿Estás seguro de que oíste bien? No pongo en tela de juicio lo que cuentas, pero, a veces, como no se te escapa, quien narra marra; y, llegados a este punto, considero que, dadas las escasas inclinaciones procaces del padre Piérola, para el último verso de la copla le viene como alianza al anular, encaja o conviene más que el que tú recuerdas el que te propongo: “un armario/almario es sin cajones”.

Te saluda, aprecia, itera las gracias una vez más y te abraza

Ángel Sáez García
[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído