El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCXLIX)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCXLIX)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

En la décima hablo del padre de mi sobrina Lucía (que aquí he metamorfoseado en la princesa guanche —es normal que mis vacaciones estivales que, desde hace años, paso en la mayor de las Islas Canarias, donde se yergue el Teide, Tenerife, dejen posos de este jaez— Dácil, como bien has colegido), mi hermano Eusebio. Tú has visto también a nuestro (el de mi cumpleañero hermano, el del resto de mis hermanos y el mío propio) progenitor, de igual nombre. Cuando escribí “canchas de juego” quería hacer referencia a campos de fútbol (pero tú puedes llamar metafóricamente así a cualesquiera terrenos donde se busca resolver una disputa, la que sea, y ahí, sí, mi padre era un experto, al que acudían unos y otros, tirios y troyanos, para que mediara y lograra la solución del conflicto o el consenso de las partes; ergo, no objetaré la lectura que has hecho), donde mi hermano llegó a arbitrar partidos de Segunda División A.

Mi propósito con la espinela que comentas era hacerle una etopeya (retrato moral) a mi dilecto hermano Eusebio y felicitarle/lo en el día que ha cumplido 48 años, si no marro.

Quien hace amigos de esa guisa, “adulando, regalando el oído, sonriendo y mintiendo un poquito (o no diciendo lo que debiera decirse, por prudencia o por no enemistarse sin necesidad)” lo que obtiene son amigos de chicha y nabo, de poca entidad y valor, que no merece la pena tener, y que no son, no, lo que hoy conocemos como amigovios (sino algo peor, si cabe), que antes llamábamos amigos con derecho a roce y algunas/os identifican con los amigos que se funden, que hacen buenas migas, que gustan juntar el chocho (con perdón) de la una con el rabo (con perdón) del otro y demás variantes, o sea. Como dejó escrito en letras de molde el militar y libertador argentino José de San Martín, “mi mejor amigo es el que enmienda mis errores o reprueba mis desaciertos”.

Hay quien es tan astuta/o o sagaz (ignoro si, además, tiene la condición de pobre o rica/o) que “se mete por el ojo de una aguja” (refrán que atestigua José María Iribarren y que yo se lo escuché decir a mi madre —que, recientemente, nos dejó, pero se halla en la gloria, descansando en paz— más de una vez) y consigue su propósito, que eso quiere decir, precisamente, la paremia. Sea camello o, su variante, maroma, lo mismo da. La imposibilidad es evidente.

Ya conoces qué dice la sabiduría popular al respecto de las prisas, que no son buenas asesoras. Ergo, vístete despacio, cuando lleves prisa.

Como te habrá constado, te consta y, asimismo, me temo, te constará, no todo el mundo entiende lo mismo cuando se habla de algo íntimo o privado.

Disiento, Jesús. Es malo que pasen esas cosas, sin duda. Pero no lo es que se conozcan. Que se conozcan y trasciendan es bueno. Si se conocen, quien tiene potestad para enmendar esas situaciones injustas, escasamente edificantes, si es probo, pondrá todos los medios que tenga a su alcance para corregirlas. Eso es lo que, según colijo, está haciendo actualmente Francisco.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído