El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCXXXVIII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCXXXVIII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Cuánta razón le asistía a Ryszard Kapuscinski (qué difícil —me corrijo al instante, tras llevar a cabo el primer intento, qué imposible— resulta poner las tildes sobre las consonantes ese y ene con el teclado del ordenador que uso) cuando afirmó esa verdad como una seo (no como un aseo, a menos que este sea como una catedral, claro). Y cuánta te asiste también a ti, al elaborar, a partir de sus palabras, otra irrefutable verdad.

Lo que opinas sobre quienes cultivan el poder y quieren seguir cultivándolo a todo trance ya lo advirtió hace cinco siglos Nicolás Maquiavelo. Puro maquiavelismo es lo que hacen los muchos mandamases (“mandamales”) que pululan por doquier.

De las redes sociales opino tres cuartos de lo mismo que de Internet, que cabe advertir en ellas, porque la tienen, sin duda, una doble cara (positiva y negativa). El menda, verbigracia, no las usa y sigue cuerdo. De Internet ya se conoce que no tengo, ni tampoco ordenador personal. Acaso esas sean dos razones por las que aún no he perdido el juicio, cual orate.

Si lo pretendías, no me has tomado el pelo, no, que Esteban, así se llama el que me lo corta habitualmente, hace poco se encargó de coronar tal menester; y, como ya sabes, la justicia dilatada en el tiempo o a deshora no es justicia.

Son muchos los autores (ellas y ellos) que han venido a decir cosas atinadas e interesantes en torno a la ignorancia y el conocimiento humanos. Además de recordar la paradoja que contiene la frase de Sócrates, un hito como filósofo, pues a todos los pensadores anteriores a él la historia de la filosofía los agrupa bajo el marbete de presocráticos, suelo rememorar qué adujo y/o trenzó en letras de molde uno de mis maestros predilectos, aunque no asistiera jamás a ninguna de las muchas clases o lecciones que, a lo largo de su vida, impartió, Baltasar Gracián: “El primer paso para el conocimiento es saber que somos ignorantes”.

A doña Ana Diosdado (DEP) Dios (quienes no sean creyentes, pueden mudar la palabra Dios por las voces naturaleza o azar) le dio una serie de dones. Estoy seguro de que no hubiera llegado a las cimas donde llegó si ella, esforzándose, exigiéndose, contando con ayuda ajena o motu proprio, no se hubiera encargado de identificarlos, espabilarlos y desarrollarlos.

Los dos sentidos que le encuentras a la tuya cabe hallarlos en la misma fuente de la que mana la socrática frase de marras (eso es, al menos, lo que intuyo o sospecho).

Como adujo Albert Einstein (a quien se le adjudican un montón de frases que, tal vez, pensó decir alguna vez en su vida, pero no consta dónde las dijo), “la imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado y la imaginación circunda el mundo”.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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