El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCXXX)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCXXX)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Acabo de bajar de Cornago, donde he vuelto a ser dichoso con la grata compañía, conversación y roce o trato de amigas/os, deudos y conocidas/os. Ayer, poco después de llegar a la villa que nos iman(t)a, que tanto tira de ambos, saludé a dos parientes cercanos tuyos, I. y J. Esta mañana, apenas unos minutos antes de que dieran las once y media y de subir las escaleras que dan acceso a la iglesia parroquial de san Pedro, he tenido la oportunidad de besar (en) las mejillas y saludar (en la subsiguiente celebración eucarística, que ha tenido lugar en la capilla de la patrona cornaguesa, la Virgen de la Soledad, he ocupado el lado derecho que había a la vera tu señera y señora madre) a la autora de tus días, B.

Como tienes razón (no te falta, no) en las matizaciones u objeciones que formulas o pones al lema de marras, que devendrán en perversiones del mismo, sí, sin duda, nada (aña)diré o, acaso, sí, esta sola voz: amén.

Me niego en redondo (mas no de ternera ni de otra res) a caer en la tentación que me pones delante de los ojos. No me animo, no, porque no me pone, ni mucho, ni poco ni nada (de nada). Mi sitio está en otros lugares, los que sean (pero eso, sí, haciendo lo que me peta, trenzando urdiduras o “urdiblandas”). En ese infierno que me propones que se bañen otras/os candidatas/os o aspirantes (que piensen, si hacemos caso al grueso de los casos perversos, que son los que trascienden, antes en ellas/os que en las/os demás y estén más dispuestas/os a servirse del cargo que a servir a las/os otras/os).

Todos los seres humanos, todos, sin excepción, mentimos y quien ose refutar o negar esta verdad (como un templo) se acogerá o hallará amparo en la citada tesis, porque habrá mentido como un bellaco. Ahora bien, conviene no confundir ni confundirse, porque no es lo mismo mentir por cortesía que mentir por hipocresía.

Te agradezco, como de costumbre, sobremanera el comentario (que, aunque no he entendido —acaso luego, por teléfono, en privado, seas más concreto— del todo), porque me ha empujado o impelido a urdir la décima que publicaré aquí a partir de las 20 horas, “Puerta falsa es el postigo”.

Lo que has escrito en un solo renglón, “después de hablar contigo y desfogar toda mi ira… ¡lo a gusto que me he quedado!”, viene a corroborar la vigencia de la tesis que formuló o el pensamiento que (poco más o menos) dejó dicho (y escrito) Jacques Deval y, asimismo, airea un proverbio sueco: “Una alegría compartida es una alegría doble; una pena compartida, la mitad de una pena”.

Como sabes, a la composición métrica que guarda o respeta la siguiente estructura 7a 11B 7a 7b 11B se le llama lira por ser ese el sustantivo que aparece en el primer verso (“Si de mi baja lira”) de la “Oda a la flor de Gnido”, poema que compuso Garcilaso de la Vega en su segunda estancia en Nápoles. Un amigo del poeta, Mario Galeota, le solicitó encarecidamente que le urdiera una canción a su hostil amada napolitana, doña Violante Sanseverino, de quien estaba locamente enamorado, para ver si así se avenía a dejar de darle calabazas.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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