El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCXXI)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCXXI)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Lamento, de veras, como hago habitualmente, la muerte de todo ser humano. Ahora bien, como esta tarde he hablado por teléfono con mi primo Nicolás a propósito de Miguel Ruiz Pérez y me he enterado (me ha comentado) de los lazos que había entre el finado y mi prima Pili (que ha bajado desde el pueblo más elegante de La Rioja a Calahorra a darles el pésame a los deudos y amigos del occiso) aún lo he sentido más. He visto las imágenes del percance en los periódicos forales y en los espacios de información navarros y el óbito se debió a una fatalidad.

Te alabo el gusto. Has hecho bien (lo justo, verdadero y bello) al elegir, entre los dos nombres propuestos, Abel y Fidel, el del estagirita y una de sus frases imperecederas en torno al enfado.

Reconozco, sin ambages, que es la primera vez que he leído (he consultado en el DRAE su significado, camaradería) el vocablo “convivialidad”.

Acaso te convendría ser una pizca más de optimista (ojalá no eches en saco roto este consejo).

Velis nolis, voluntaria o involuntariamente, de manera invariable, todos (nosotros también; tú y yo no escapamos a dicha ley) hacemos juicios (de todo tipo) sobre los demás y los demás hacen juicios sobre nosotros.

Con los versos que comentas quise dar a entender que los retos que no hemos conseguido (que cuadruplican —siendo muy optimista— los sí logrados) a la primera nos suelen dejan mal sabor de boca (avinagrados). Cuando lo que se pretendía no se obtuvo o coronó en el primer intento se fracasó, pero ese fracaso acaso solo fue interino, provisional, temporal, pues fue el primer paso que una/o dio para obtener el éxito (verbigracia, un/a saltador/a de pértiga, de altura o de longitud; un/a lanzador/a de peso, disco o jabalina), una de las tres preseas en este, ese o aquel campeonato.

“El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse” ideó o pergeñó Winston Churchill. Tengo para mí que el político inglés no marró, en absoluto, cuando formuló dicha verdad. Quien logró aprender de un error o de muchos triunfó sobre quienes no consiguieron llevar acabo tal o tales cambios, mudas o metamorfosis, pues lograron convertir sus yerros en oportunidades o lecciones.

Blas, que tiene la virtud de desdoblarse, discrepa de sí mismo y de quienes sostienen que bien cuenta (o que narra bien), pues aunque funge o ejerce de bululú o cuentacuentos cree a pies juntillas que no lo hace tan bien (ni tan mal) como dicen algunas/os. Blas, que busca autoconocerse, se critica a sí mismo; hace lo que pocos hacen, autocrítica.

A veces, querido amigo, la culpa de que algo no se entienda total, correcta y completamente no la tiene el lector, sino el autor de tal galimatías, quiero decir, el menda lerenda, “Otramotro”.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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