El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CL)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CL)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Pecas un poco (o un mucho) de que me conoces un poco (o un mucho). Lo propio cabe decir al revés, a la inversa o viceversa. Pues, como en otras ocasiones, disiento con el principio de tu comentario. Porque tengo para mí que guarda una correspondencia total la espinela con la elucidación que te he brindado. Las teselas de la una y de la otra forman dos mosaicos parejos, gemelos. Y comparto el resto. La ilécebra te ha parecido lo que es (según el DRAE, “halago engañoso, cariñosa ficción que atrae y convence”). Aunque funjo de orate mayor del Reino (me pasa lo que a Don Quijote, que a veces razono de manera disparatada o estrambótica), a veces discurro cuerdamente; ergo, hallo aquí un evidente desajuste entre el principio y el final de tu escolio. No encuentras relación entre la décima y mi aclaración, pero, por lo que infiero de cuanto te leo, la cariñosa ficción que te he dado te ha atraído y convencido. A mí no me cuadra que te encaje. A ti no te encaja que me cuadre. Cabe acudir a lo que en otras oportunidades te he aducido, que nos completamos o complementamos. En lo de echar un “quiqui” (prefiero el vocablo “kiki” —pero los ingleses llaman al rapidito “quickie”— y aún más “eroskiki”, por más completo, aunque, quizá, pleonástico) también lo hacemos, pues tú echas los que yo no echo (porque, desde hace la tira de años, desde que me operaron la última vez, no conozco mujer).

En “Cada loco con su tema”, tema musical y poético donde los haya, Joan Manuel Serrat dice que prefiere un “buen polvo a un rapapolvo”. Como mis polvos no son reales, sino imaginados, literarios, déjame continuar siendo el loco que fantasea con ellos.

Como hoy no hay actuación en el cíber-café “Praga”, puedo contestarte.

Ciertamente, ya empezaba a echarte de menos. Me he acostumbrado a tus comentarios. Y notaba que la falta de los mismos me producía mono, añoranza.

Espero y deseo que tu retoño se lo pase estupendamente, acompañado de sus quintas/os, donde tú y yo hemos sido dichosos, felices, en numerosas ocasiones.

A todos tus allegados les haces llegar mis saludos y deseos de que sigan bien.

A veces, podemos aprender un montón de las personas a las que ha hecho sabias la vida. A veces (se lo escuché decir a un tendero), se aprende más en un día de mercado que en un mes en la Universidad. La Universidad también se halla fuera del recinto universitario.

Celebro sobremanera que te haya petado el soneto que titulé “Entre a Talía adictos, teatreros”. Y te agradezco mucho que escribieras esto, como comentario a mi “Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CXII)”, porque hizo las veces de acicate o aliciente:

“Pero entre los quisquillosos y teatreros…” (primer párrafo completo).

“En ocasiones, sueles encabezar tu obra con frases geniales y pintiparadas al caso. Espero que la cita precedente dé a luz a un buen soneto (que no tiene por qué ser para mí). O sí…”.

Te doy, asimismo, las gracias por los versos de arte menor que has trenzado a propósito del mismo.

Te saluda, aprecia, agradece (antes, durante y después de escribir esto) y abraza

Ángel Sáez García
[email protected]

ENCUENTRA LOS PRODUCTOS QUE TE INTERESAN

¡¡¡ BÚSQUEDA DE LAS MEJORES OFERTAS ONLINE !!!

Obtener los mejores resultados de tu búsqueda de productos

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído