El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CXXVIII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CXXVIII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Como sabes, la literatura es ese poliedro al que no le falta su cara o faceta profética. Hoy he ido por la mañana al tanatorio. Ha dicho adiós a sus días en la tierra una buena persona, José. Y a los deudos y amigas/os del finado, su esposa e hijas les he dado el preceptivo pésame. Mañana, Deo volente, acudiré, antes de las doce a la tudelana iglesia de san Jorge, a su misa de funeral. Requiescat in pace.

La muerte, a pesar de que sean muchos y buenos los recuerdos que tengas del ser humano que se ha ido, como escribió en letras de molde el poeta metafísico inglés John Donne, nos disminuye.

Para epitafio memorable (hay muchos, pero hoy me decanto por) el de Enrique Jardiel Poncela: “Si queréis los mayores elogios, moríos”. Yo prefiero seguir vivo y, como urdiera Unamuno en “Abel Sánchez”, preguntar: “¿Contra quién va ese elogio?”.

Como no te falta razón en lo que objetas, no perderé el tiempo, que, como sabes, es oro, en refutar tus argumentos. Empero (mira si seré persona de poco fuste, que me desdigo al momento), acaso haya o quepa hallar más comercio en el amor y la amistad, los dos primeros (verbigracia, en las casas de lenocinio, en el matrimonio —“la mujer adora al hombre igual que el creyente adora a Dios; pidiéndole todos los días algo” trenzó en, vista con ojos hodiernos, cierta machista ocasión, Enrique Jardiel Poncela—, en el “por el interés te quiero, Andrés”,…), porque, desde que el mundo es (in)mundo, si no ando errado, jamás de los jamases hubo un poeta que viviera del comercio de sus libros de poesía.

¡Enhorabuena!, pues, el domingo, doce de los corrientes, por vuestros cuatro lustros de matrimonio (si seguís por la misma senda, dentro de cinco años, celebraréis vuestras bodas de plata; dentro de treinta, las de oro; y, dentro de cuarenta, las de diamantes).

Qué razón tenía Isaac Newton cuando sentenció que “lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”. Nada sabía del buido cantautor y observador poeta (de genial, sin duda, cabe calificar su definición del hombre: “nacer no pide, vivir no sabe y morir no quiere”) Facundo Cabral, que mereció el título de Ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires. Porque, si algo sabía de Rodolfo Enrique, que usó, en sus inicios, el nombre artístico de “Indio Gasparino”, puedes estar seguro de que lo había olvidado.

De las frases de Facundo Cabral, que he leído en Wikiquote, si tengo que quedarme con una, me quedo con la que aparece en último lugar: “Tienes un cerebro como Einstein, tienes un corazón como Jesús, tienes dos manos como la Madre Teresa, tienes una voluntad como Moisés, tienes un alma como Gandhi, tienes un espíritu como Buda. Entonces, ¿cómo puedes sentirte pobre y desdichado?”.

Itera la ¡enhorabuena! quien te saluda, aprecia, agradece y abraza,

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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