El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CIX)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CIX)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Considero que la idea que sostienes aquí y las razones que aduces para reforzarla no son propias de un soberbio, en absoluto, sino, más bien, de un ciudadano libre de la República o Monarquía Parlamentaria de las Letras (en la línea o el estilo de fray Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, figura señera de la Ilustración española).

Conforme leía tu criterio, me iban viniendo a la mente “los cuatro principios a tener en cuenta” de don Antonio Machado: “Lo contrario también es frecuente. No basta mover para renovar. No basta renovar para mejorar. No hay nada que sea absolutamente empeorable”. Tras leer tus líneas, con unos (el primero y el último), parece que discrepo y, con otros (los centrales), que abundo.

Veo en ti lo mismo que advertí en mí cuando fui vencido y convencido (totalmente persuadido), por primera vez, por Karl Popper, a otro seguidor del tal. Desde entonces, como él, opino que la verdad es provisional; dura mientras no es contradicha o refutada por otra, que viene a ocupar su lugar. Me explicaré. No es frecuente que se mantenga lo opuesto a lo que aquí sostienes (yo, al menos no lo he escuchado ni leído) ni, en ese caso, esto sólo lo sospecho e/o intuyo, que se defienda con argumentos tan irrefutables, como juzgo que son los tuyos. Si mover es solo cambiar de sitio o puesto de trabajo a quienes están y no cambiar de personas, evidentemente, así no se renueva la realidad. Y si sólo se cambia de personas y no de modelos de conducta, la situación, el estado de cosas, no mejora (acaso baste con recordar al respecto el final de “El Buscón” de Quevedo: “Y fueme peor, como V. Md. verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres”) en nada. Todo es susceptible de poder mejorar, todo, absolutamente todo. Pero, aceptando el primer principio machadiano, todo, asimismo, puede empeorar, todo”.

Ciertamente, eso significa, “ave canora”, según la primera entrada que da el DRAE del vocablo “verderón”. Pero, como sabes, la segunda entrada te lleva directamente a “berberecho”, o sea, “molusco bivalvo”; y la tercera a “verde”, que te quiero verde, sobre todo, en la cama (le dice ella a él o viceversa y demás variantes posibles). Velis nolis, advierto un claro campo semántico, cadena cohesiva o red léxica en el polisémico término.

Mientras estudiaba los dos primeros cursos de Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza y vivía en un piso compartido en la cesaraugustana Avenida de Valencia, en el piso de arriba, encima de mi habitación, la señora de la casa dormía con su marido y parecía que se moría cada vez que llegaba al orgasmo (u orgasmos encadenados y escandalosos que disfrutaba). Esta es la base de mi décima hodierna.

Aunque haces referencia al cuadro de Courbet, el comentario en torno a esa espinela, que ya te he mandado (regularmente, durante la semana, lo hago con un día de antelación; el “finde” con uno o varios), y trata sobre la exhibición de Deborah de Robertis delante del lienzo de Gustave (que degusta —o no— quien lo ve), convendría que lo hubieras atrasado, para que se entienda tu segundo párrafo (y, asimismo, tu segundo comentario) hasta el próximo viernes, que será cuando aparecerá publicada aquí, en mi blog, “El manjar de los manjares”.

¡Menudo mazazo le dio a la selección la otra roja (que se dice verdadera) con el mazo!

Te saluda, aprecia y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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