El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (LXXVII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (LXXVII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Sin mi hermano y fautor José Javier yo no sería la persona pingüe en sensaciones, pensamientos, emociones y afectos que soy. A pesar de su muerte prematura, no obstante su ausencia azarosa, fue tan beneficiosa y tan provechosa, tan cercana y tan grata a los poros de mi piel su gracia influyente que, aunque a alguien pueda parecerle hoy el hecho una exageración, una hipérbole, para mí resultó algo lógico y normal que lo tomara por lo que, en realidad, sin ninguna duda, era, y aún continúa siendo y (auguro y aventuro) será, mientras la figura, silueta o sombra de este menda se proyecte, mi inconcuso y profuso muso. Seguramente, sin su inagotable inspiración, yo no hubiera trenzado ni la décima parte de los versos que he urdido. Diré más: puede que otrora fuera, que ahora sea y que en el futuro siga siendo el quid de mi ciencia, de mi arte y de mi religión. Si no recuerdo mal, fue mi tocayo Ángel Ganivet, que murió en la frías aguas del río Daugava o Dviná Occidental, a su paso por Riga (Letonia), quien escribió que: “en el fondo, ciencia, arte y religión son la misma cosa: la ciencia interpreta la realidad mediante fórmulas, el arte mediante imágenes y la religión mediante símbolos”.

He comprobado (tras escucharte con atención —te agradezco aquí, sí, también, de nuevo, la llamada telefónica—) que no has seguido tu propio consejo. No te tomes los asuntos desagradables que tienen que ver con un mal profesor tan en serio. U olvídate cuanto antes del sujeto en cuestión; y, a mayor abundamiento, que no miento, si suele comportarse con todos, alumnas y alumnos, de un modo abyecto. Hazme caso. Amén de ser un estupendo proyecto, tiene buen firme el trayecto.

Entiendo que eches chispas, pero, por favor, no las uses para prender la leña que otros han colocado bajo los pies del que quieren que muera en la hoguera.

¿“Mosca cojonera”? Mutatis mutandis, te urdiré, poco más o menos, lo que he trenzado arriba a propósito de mi hermano José Javier. Tus comentarios tienen la rara, por doble, virtud de fungir de buida comadrona o partera (como Fainarate, la madre de Sócrates) y de perito escultor (como Sofronisco, el padre del susodicho filósofo ateniense), pues me ayudan a alumbrar y modelar lo mejor de mí mismo, lo que yo llamo “mis hijos de papel”.

“Morfologuea” y sé creativo como y cuando creas conveniente, a tu manera. Procura ser siempre tú mismo.

Hay días en los que se repiten los instantes en los que me siento muy feliz; y es que, durante los cuales, no sólo exudo gozo a espuertas, sino que sudo júbilo a raudales, al tener la indócil e iterativa sensación de haber sido elegido por la musa (o el muso) como amanuense o copista de lo ideado, sensu stricto, por ella/él. Empero, hay más jornadas aún en las que noto cómo brota o nace en mí una su(pre)ma alegría por este otro motivo, al (re)leer los comentarios que haces tú, mi escoliasta de cabecera o por excelencia, a mis escritos y, después de verme en la tesitura de contestarte (a ser posible, con arte), tras haber contraído contigo el compromiso no firmado de hacerlo, comprobar que la respuesta que te doy, aunque no me satisfaga del todo, el grueso de la misma, al menos, me peta.

Hay fechas en las que se juntan o suman la felicidad de los días indicados y la alegría de las jornadas señaladas, que llamo “datas de repanocha”, en las que siento que yo no quepo de contento, en las que disimular el orgullo de uno o la ufanía propia deviene en pretensión o propósito casi imposible.

Te agradece las palabras que dejas aquí siempre (pero, hoy, si cabe —que cabe, sí— un poco más) quien aprovecha la ocasión para saludarte, darte pruebas de que te aprecia un montón y abrazarte, tu amigo, tu compañero del alma, compañero (a mí también me peta mucho el poeta Miguel Hernández),

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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