El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (LXXIII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (LXXIII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

A veces, la literatura es un desafío o reto; a veces, es puro juego; a veces, una lección, mero aprendizaje. A veces, como en el caso que nos ocupa, las tres cosas a la vez. Había que rimar otra voz con “equlibrio” y sólo hallé “ludibrio”. Si te pones a ello, comprobarás las dificultades que entraña. Pero entiendo tu doble objeción. El lector medio habrá tenido que acudir al DRAE, pero ahora ya conoce el significado de un vocablo más. El esfuerzo no habrá sido baldío.

A mí, Arturo Pérez-Reverte (“Aperre”, ‘el bueno’) me parece un autor como la copa de un pino, uno de los diez mejores escritores en español de la actualidad.

Como tú, siguiendo a Gracián, has hecho el ditirambo (¡gracias!, ¡muchas gracias!, por llevarlo a cabo o añadir lo que le faltaba a mi poema) de los baturros, maños o tales, y no cabe formularte una mínima objeción, te daré o mostraré, además de mi aquiescencia, mi gratitud con el sencillo vocablo que escojo como colofón para la presente apostilla, amén.

Te agradezco, asimismo, sobremanera, el trabajo desencriptador del que has hecho gala, pero la décima, como otras muchas que he trenzado al respecto, es deudora de una película que he visto tantas veces como me ha marcado: “Atrapado en el tiempo” (o, si lo prefieres “El Día de la Marmota”), dirigida por Harold Ramis en 1993. Rita es Andie MacDowell, una de mis musas. Me he limitado a cambiar la materia artística: la nieve o el hielo por el barro (haciendo un guiño a nuestro Navarrete). Phil Connors, interpretado por Bill Murray, de alguna forma, viene a poner en práctica el intelectualismo moral socrático.

Si ves la película, entenderás más extensa e intensamente una veintena larga de mis décimas.

Parecidas palabras a las que usas las adujo o urdió Cicerón (“La vida de los muertos está en la memoria de los vivos”). Al final de “La misión”, película dirigida por Roland Joffé en 1986, se puede escuchar el mismo argumento: “El espíritu de los muertos sobrevive en la memoria de los vivos”. La segunda muerte o muerte definitiva sobreviene cuando ya nadie recuerda al muerto o a la muerta.

Como viene siendo costumbre o hábito, tus perspectivas sobre los asuntos que toco o de los que trato en mis urdiduras o “urdiblandas” suelen completar o complementar las mías (o dar o brindar otros puntos de vista desde los que abordar el tema en cuestión), llenar de contenido esas facetas a las que yo no he hecho referencia, pero que, sin ninguna duda, también existen de ese poliedro de diversas caras que es el affaire o la realidad de la que discurro.

Mantuve muchas conversaciones con Eusebio, mi progenitor, en la etapa final de sus días. Si no de esta guisa, se lo dije de manera similar, aunque usara otras palabras.

El alias cariñoso de “el Pato” ya contiene la gallardía y la nobleza de espíritu humanas, notorias, que quien lo conoció, casi con total seguridd, le atribuyó, concedió o confirió. Acaso el superlativo (tanto el tuyo como el mío) le reste (más que le agregue) humanidad al ser humano, demasiado humano, que fue.

Parafraseando el título de una comedia de figurón de Francisco de Rojas Zorrilla (también conocida por “Don Lucas del Cigarral”), cabe trenzar aquí que entre “Patos” anda el juego (literario).

Te saluda, aprecia y abraza quien itera las gracias por los diversos esfuerzos que te habrá supuesto coronar la urdidura de los párrafos pasados y hodiernos y, adelantádome a los acontecimientos, que no miento, los varios denuedos que te supondrá completar la misma de los venideros,

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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