El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (LXI)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (LXI)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Como (desde los puntos de vista personal y literario) me conoces más que otros (eres lector habitual de servidor desde hace la tira de años), el resto (alguna ventaja tenías que tener y, en verdad, dispones o tienes sobre las/os lectoras/es esporádicas/os de esta bitácora, El blog de Otramotro), estás más capacitado que los demás para escribir sobre lo que trenza o urde el menda, el abajo firmante, a diario. Está claro, cristalino, que dispones de más informaciones y de más claves para abrir mi alma, la “caja fuerte” donde descansan mis emociones, pensamientos y sentimientos, esto es, para entender mis entresijos.

Hace mucho tiempo leí a Erasmo de Róterdam (castellanizado). Hace mucho tiempo fui un radioyente empedernido. Hace mucho tiempo fui asiduo espectador de “Estudio Estadio” (programa que ha vuelto a la parrilla televisiva, pero desconozco, porque ahora no suelo verlo, si también por sus fueros).

Tengo la constancia de que soy un metomentodo, o un metete, o un entrometido, o sea, un entremetido. Lo reconozco sin ambages. Es mi cruz (carga, peso o trabajo diario) y acaso, otrosí, mi sino.

Como sabes que las referencias que hago de los archivos (Humor y Metamorfosis, entre otros, en este caso concreto) donde coloco mis textos no son baladíes, la mención que haces es pertinente. No marras un ápice en tu aseveración, que miento, sí (con humor). Sabes que yo, Ángel Sáez García, Otramotro, soy tanto Eladio Golosinas, “Metaplasmo”, como Emilio González, “Metomentodo”, y, asimismo, otros muchos heterónimos (masculinos y femeninos) con los que se puede conformar el término latino “Egomet” (Yo mismo), tras unir la letra inicial del nombre con las dos iniciales del primer apellido y las tres primeras del alias o apodo. No tengo tantos como Fernando Pessoa, pero,… ya veremos.

Los porqués de buena parte de mis procederes cabe hallarlos en los poetas que tanta huella han dejado en mí como lector de poesía, quiero decir, que tanto me han marcado: el mentado Pessoa, Antonio Machado (y sus apócrifos), Walt Whitman, etc.

Yo siempre soy yo, Otramotro, pero, además, suelo ser también otra y/u otro, o, mejor, otras/os.

Solo una auténtica comprensión de la pluralidad o multiplicidad del autor o ente hacedor que soy puede garantizar que Egomet se reafirme como un ejemplar o espécimen de personalidad múltiple y coexistencia armoniosa.

Hoy, mañana o pasado, comprenderás por qué este optimista loco te recomienda con especial encarecimiento (que no miento) que leas, cuando puedas, el “Elogio de la locura” (su título en griego parece ocultar un “Elogio de Moro”), cuyas líneas trenzó Erasmo en 1509 (aunque fueran publicadas dos años después) en Bucklersbury (Reino Unido), a donde había acudido invitado por quien urdió “Utopía”, murió decapitado y el siglo pasado fue canonizado, su amigo íntimo santo Tomás Moro. En una epístola que le escribió al mentado humanista inglés, en la que le argumentaba en torno al citado ensayo, Erasmo le decía: “Sin embargo, yo (te y me) pregunto: quien critica a la especie humana sin atacar a nadie en particular ¿muerde? ¿No educa y aconseja más que otra cosa? Y añadiré una cuestión más, ¿no me critico yo mismo en muchos aspectos?”, que me recuerda mucho a cierto consejo de Concepción Arenal: “Odia el delito y compadece al delincuente”.

Te saluda, aprecia y abraza

Ángel Sáez García
[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído