Pablo Casado se suicida, pero es un suicidio colectivo.

Es cierto que muchos nos habíamos vuelto a ilusionar con Pablo Casado, a pesar de haber jurado –es un decir—no volver a votar al Partido Popular, tras la traición que venimos sufriendo desde el 2008, llevada al máximo a partir del 2012 con una mayoría absoluta histórica que, tal y como va la dinámica de la configuración de los parlamentos, tardaremos en ver. Pero Casado era enemigo de Soraya y, por tanto, de Rajoy. Su elección, su primer discurso y aquel primer estreno en la tribuna, sin papeles, dando sopas con honda al enemigo y tildando al presidente de golpista, eran una prueba de que el rajoyismo y el sorayismo habían muerto; que España volvía a tener defensores, que se habían acabado los complejos y que la renovación de las “actitudes” era un hecho. El susto lo llevó Vox porque parecía que Casado quería recibir en casa a todos los hijos pródigos que habían emigrado muertos de asco, yo entre ellos. ¡Pero qué poco duró la esperanza!

Lo del CGPJ no tiene nombre y es algo que nadie entiende, ni siquiera aquellos que parecen tener hilo directo con el jefe del cielo. Ni con un puñal en el pecho tendría justificación tal rendición a los enemigos de la patria y de los españoles. Porque, créanme, estos no aman a España y les importan un pepino los pensionistas, las hipotecas, el paro o los sin techo. Estos solo se quieren a sí mismos. Vamos a ver, si tanto se había vitoreado que Casado apareciese al lado de Aznar, de quien parecía haber recibido alguna consigna; si se había aplaudido que declarase sin rubor que había que recuperar el antiguo PP de los valores, contemplando incluso que María San Gil y otros “exiliados” volvieran a la primera línea de la política, es difícil de explicar que “de lo dicho, nada” y “volvemos a lo de antes: a la sumisión y a seguirle la corriente a los comunistas, a los pata negra y a los comunistas del PSOE, sin ideología, como no sea el sumo placer de estar en la Moncloa. Pero ¿qué ha ocurrido para que Casado se tire a la pira ardiendo? ¿Cuál es la razón de esta autoinmolación? Echando cuentas, cuando Casado le llamó golpista al okupa de Moncloa y este rompió relaciones –menudo teatro—, ya el exministro reprobado Catalá y la ministra reprobada Delgado, alias la Lola que bebe el vino en la copa de Garzón, “trilereaban” con los jueces, a ver quién se quedaba en el vaso y quién fuera. Es decir, que por la mañana jugaba con Catalá y por la tarde aparecía en el Senado a dar explicaciones. “¡Qué tontos sois!” –pensaría la ministra-fiscal, que en lugar de denunciar los delitos los protege para poder chantajear. […] Si vosotros supierais lo bien que nos entendemos y lo que estamos amañando, fliparíais!”. Pues sí señora, tontos ellos y tontos nosotros, expectantes y esperanzados en que enviaran a sus casas a tanto fuera de la ley, que no se ha visto cosa igual.

¿Qué ha ocurrido, vuelvo a preguntar, para que Casado haya convertido su carrera política en flor de un día, y diera paso a la instauración en España de un régimen para desmembrarla e instalar la más absoluta ruina a todos los niveles, con políticos corruptos que se inventan tesis, con jueces al servicio de la nueva dictadura, violadores en las calles, asaltadores okupas de la propiedad privada, musulmanes construyendo mezquitas allí donde en otro tiempo hubo iglesias, terroristas y filoterroristas dando lecciones de moral, persecución a periodistas y medios de comunicación, pervertidos haciendo que nuestros niños en las escuelas se pregunten internamente si se sienten niños o niñas (lo propuso Uxue Barcos, más fea aún por dentro que por fuera. No es de extrañar su militancia en el feminismo radical y que tenga estas ocurrencias).

¿Por qué, tras prometer nuevos aires en el PP aparece Casado con Rajoy y dicen que, al parecer, hablan a diario? ¿De qué? ¿Qué ha ocurrido para que Casado entregue el CGPJ a la izquierda más extrema y salvaje de cuantas ha habido? Y que conste que no estoy de acuerdo con el sistema de nombramiento de jueces. Dicho esto, ahora que nos enfrentamos al juicio más importante de cuantos ha habido en la etapa democrática, sabiendo, además, las presiones que está habiendo desde el mismo día del golpe, para que los golpistas se vayan a sus casas con la mínima pena, regalarle la mayoría a los socialistas-podemitas-golpistas el CGPJ, me parece un suicidio. ¡Pero un suicidio colectivo! Porque si solo afectara a Casado y a su recién estrenada carrerita de jugar a político de la renovación, ¡anda y que le den! Pero es que nos ha colocado a todos en el patíbulo. Yo temía que le ocurriera algo al juez Llarena –algo más que perseguirlo y pintarle la casa—, pero con este cambalache parece que ya le ha ocurrido. A ver. ¡Cómo trabaja el mal! A pesar de saberlo, nunca deja de sorprenderme.

Como sé que nadie va a contestarme a la pregunta, solo me queda escuchar la respuesta del viento, que diría el cursi de Zapatero el día que quiso hacerse poeta. Algunos analistas opinan que es por los temas de corrupción pendientes de juicio en los que se verían afectados varios miembros del Partido Popular y que con un presidente favorable podría haber algo de palanca. Pero a mí el viento me dice que no se trata de un tema económico. El asunto podría ser mucho más serio. No sé si tiene grabado algo Villarejo. Sí sé que en los archivos del antiguo CESID hay tema para varias películas basadas en hechos reales. El viento me dice que el tema podría estar relacionado con delitos de pederastia de alto standing, una plaga mucho más extendida de lo que la ciudadanía cree. Casado, sin comerlo ni beberlo, puede ser que esté en manos del enemigo. Las herencias con deudas es lo que tienen. No me extraña que se niegue a dar explicaciones. No tiene ninguna convincente.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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