El caso Maza, otro enigma para nuestra historia.

Cuando tuve noticia del ingreso del Fiscal General del Estado, José Manuel Maza, en la Clínica Bazterrica de Buenos Aires, con pronóstico grave, me eché a temblar y presagié lo peor. “Se lo están cargando”, pensé. Pero enseguida rectifiqué mi pensamiento fatalista, concediendo el beneficio de una duda razonable. Unas horas después, el fiscal había muerto de un proceso infeccioso. No tuve duda, y no solo yo, por desgracia. Muchos pensamos que las manos negras se lo habían quitado de en medio. Había razones para ello. Se había convertido en un ser molesto para los golpistas/independentistas y demás tropa afín de la izquierda radical que, a falta de argumentos, lo trataron de facha y se burlaron de él después de muerto. Que la izquierda no entiende de ética ni de estética, es bien sabido, y que no cree en la separación de poderes ni en la ley misma, también. Para ellos, decir democracia es decir gente, calle, tumulto y escrache, según a quién. Para la izquierda el voto es uno de los sacramentos laicistas para ganar el cielo en el que no creen; a falta de más esperanzas, es un bien en sí mismo; no importa si lo que se vota es legítimo o no, o si atenta contra la esencia del ser humano. Votar, por ejemplo, si se puede o no matar a un bebé en gestación, o votar sobre aplicar la eutanasia a los niños imperfectos, a los mayores y a los enfermos, no dice mucho del hombre del siglo XXI, mucho más cercano a la barbarie de épocas pasadas de lo que presumimos. Al decir izquierda y secesionistas me refiero también a sus perversos financiadores, creadores de desorden y dolor.

Dicho esto, quiero hablar sobre el fiscal Maza, que encontró la muerte en la ciudad porteña durante un viaje institucional. El hermetismo en los primeros momentos fue total, todo lo contrario a la cacareada transparencia. En la web “Red Adler” leemos que fue envenenado con la toxina Shiga clase Stx-2, y se informa de unos cuantos pormenores, que se complementan con explicaciones detalladas de expertos nefrólogos. La sospecha está servida. “A ver qué dice la autopsia”, decimos pensativos, y para avivar aún más la llama de la conspiración, horas después nos dicen que no hay autopsia, que para agilizar los trámites han dictaminado “muerte natural” y que la familia está de acuerdo. No lo entendemos y seguimos sospechando que alguna mano oculta acabó con la vida del fiscal que envió a los golpistas a la cárcel.
A esto se añade que los confidentes y cierta gente muy bien conectada nos habla de los sionistas y de George Soros y su Open Society, que se dedica, aparte de a comprar a periodistas y a políticos corruptos, a financiar cuanto proyecto nefasto hay en el mundo: nacionalismos, independentismos, grupos terroristas y todo grupúsculo que pueda crear inestabilidad e incertidumbre, entre ellos la CUP. Y esto no es conspiranoia, sino realidad pura y dura. Que se lo pregunten si no al jovencísimo presidente de Austria, Sebastián Kurz, que a Soros le dio un mes de plazo para sacar sus fundaciones del país. Varios medios de comunicación escritos se han hecho eco de sus palabras: “Soros está arrojando todo lo que tiene detrás de su impulso por el control global. La desinformación y la manipulación de los medios han aumentado exponencialmente de la noche a la mañana. No tenemos lugar para la complacencia. […] El espectro de Soros es el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad en el mundo en 2017. Es un gran calamar vampiro envuelto en la faz de la humanidad, insertando implacablemente su embudo de sangre en todo lo que huele a dinero, usando este dinero para comprar políticos corruptos, periodistas y el sector público, y tratando de crear el mundo a su imagen. […] Austria ha dicho no al NOM y yo voy a defenderlo”.
Por si esto fuera poco, últimamente ha habido toda suerte de noticias sobre la injerencia de ciertos sectores de Rusia e Israel que habrían –entre otros desaguisados—, hackeado la web del Tribunal Constitucional bajo la firma de Anonymous, e intervenciones de los sionistas en la caída de los dos aviones Eurofighter que, como informamos en su día, habrían sido atacados por una “ Directed Energy Weapon”, DEW (arma de energía dirigida portátil), un dispositivo fabricado, supuestamente, en Israel.

Los periodistas que nos hemos curtido en el arte de ver más allá de las cosas, porque es donde casi siempre se vislumbran las astillas de la verdad, no necesitamos demasiados datos para intuir ciertos hechos, aunque no tengamos las piezas completas del tablero. El entrenamiento diario nos ha hecho desarrollar un músculo muy eficaz que se llama “deducción intuitiva”. Y algunos de estos casos son “de libro”.

Expuesto todo esto y volviendo al fiscal José Manuel Maza y su inesperada y misteriosa muerte, es sorprendente el velo de encubrimiento que se ha tendido en torno al caso. Es como matarlo otra vez después de muerto. Nadie habla, nadie opina, nadie pregunta. Aunque, en privado, el que más y el que menos, tiene su opinión al respecto, muy contraria a la hipótesis oficial.

Es muy criticable que se hayan gestionado tan mal sus momentos póstumos. No se entiende que no se le haya practicado la autopsia. ¿Es que nadie de su entorno ni del Gobierno tiene una duda, aunque sea mínima? Si esto ocurriera en nuestra familia, sin duda, pediríamos explicaciones y exigiríamos el dictamen de un forense independiente. En el caso del fiscal, debería haberse hecho, aunque solo fuera para disipar dudas y acallar bocas. El caso Maza lo estudiarán los historiadores venideros, como hoy se investiga la muerte de Prim, de Carrero Blanco u otros magnicidios. De momento, en público o en privado, con censura o sin ella, se habla de unos hechos nada claros y de un tratamiento inmerecido a un hombre que tuvo por estandarte la Justicia. ¡Un enigma más en nuestra historia!

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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