Francisco Muro de Iscar – La Ley y la palabra


MADRID, (OTR/PRESS) Los ciudadanos catalanes quieren elecciones. Las tendrán el 21 de diciembre. Libres y sin trampas, sin urnas oscuras, con todas las garantías. Hablarán los catalanes, todos los catalanes, no sólo los independentistas. Y sabremos lo que de verdad quieren. Las encuestas publicadas este domingo por varios periódicos señalan que los partidarios de la independencia apenas suponen el cuarenta por ciento. Seguramente serán menos si en estos días hasta el 21 de diciembre, los partidos constitucionalistas, unidos en la defensa de la ley, los catalanes que se sienten españoles y el Gobierno de la nación explican a todos los catalanes, puerta a puerta, barrio a barrio, pueblo a pueblo, la verdad de la situación de este momento tan peligroso y duro y las mentiras que les han vendido en las escuelas, en los medios de comunicación oficiales y sobre todo por los políticos independentistas que se han atribuido falsamente la voz de todos los catalanes y han tratado de eliminar al resto.
Recientemente, sir Nicholas Barr, profesor de la London School of Economics decía que «el Brexit es una idea indeseable para mi país, que surgió de la agregación de millones de sentimientos individuales de pertenencia que sólo se satisfacían a sí mismos, pero que hoy comprobamos que dañaban a la comunidad. En cualquier sociedad hay grupos que se sienten maltratados: pobres que notan que la globalización les perjudica o ricos que quieren pagar menos impuestos». Eso, y la necesidad de hacer un poder judicial dependiente y a sus órdenes que juzgara con parcialidad los propios delitos de corrupción, es lo que ha llevado a los políticos catalanes a empujar a Cataluña al barranco y a crear una situación insostenible, ante la que no ha quedado más remedio que aplicar la Constitución como garantía de los derechos de todos los catalanes. A Cataluña vuelve ahora el imperio de la ley, de la Justicia y de la democracia. El Gobierno tiene la obligación de aplicar la ley con el máximo rigor y con el máximo respeto para devolver a todos los catalanes lo que los políticos separatistas han secuestrado y han utilizado para sus intereses y su beneficio: las Administraciones, públicas, los medios de comunicación, las escuelas, la lengua y la cultura. Cataluña necesita un Gobierno que apueste por la convivencia y no por la exclusión de los que no piensan como ellos. Cataluña somos todos y todos cabemos en Cataluña.
Para hacer frente a los profetas iluminados, sin legitimidad, sin votos, sin mandato popular, que han estado a punto de hundir Cataluña, debe llegar el tiempo de la palabra. El poder de las palabras es enorme. Hay que hablar para renovar el proyecto español, con todos dentro. El Gobierno debe hablar alto y claro en Cataluña para explicar la realidad. Tiene que acercarse a los nacionalistas moderados que siguen queriendo un futuro dentro de España. Tienen que hablar, incluso, con los independentistas de buena fe a los que han querido llevar al desastre. Todos los ciudadanos catalanes tienen derecho a saber la verdad. Los catalanes tienen que perder el miedo a hablar. La cita es el día 21. Una oportunidad para recuperar el prestigio perdido y el orgullo de ser catalanes, españoles y europeos.

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