El Abanico – ¿Quién se ocupa de los excluidos sociales?


MADRID, 14 (OTR/PRESS)

Cuando falta un mes para que volvamos a las urnas, los políticos siguen inmersos en disputas absurdas que se ha demostrado no llevan a ninguna parte, ni siquiera sirven para formar gobierno. Es más, diría que siguen dando un espectáculo de bajo coste, donde lo único que parece importarles, a todos sin excepción, es con quién no van a pactar: Sánchez no lo hará con el PP pero tampoco con Unidos Podemos, convertidos estos últimos en el enemigo a batir por las tres formaciones más importantes. Lo demuestra el que el líder de Ciudadanos Albert Rivera haya utilizado su visita a Venezuela para atacar a la formación naranja, poniendo a Pablo Iglesias a la altura de Maduro. Y mientras esto ocurre el presidente en funciones tocando la flauta. Sin dar explicaciones sobre la corrupción que anega sus filas, lo que demuestra hasta qué punto lo que hacen o dejen de hacer los políticos en nuestro país, siempre que sean de los nuestros, importa poco o muy poco a los ciudadanos, de lo contrario no se entiende que el partido de Mariano Rajoy siga siendo el más votado. Pero no solo eso, sorprende que a estas alturas y con la experiencia de los últimos meses no se exija a los representantes políticos propuestas para solucionar la grave crisis que nos afecta. Sería interesante que antes de llegar al Gobierno nos dijeran qué van a hacer con las pensiones, con la Sanidad, con la Educación, con tantos y tantos sectores que están pidiendo reformas a gritos, reformas que no llegan y que deberían ser prioritarias de cara al futuro.
Pero siendo todo esto grave, muy grave, lo peor de todo es la indiferencia que demuestran todos ellos ante los problemas como el de la desigualdad, el del riesgo de pobreza que en España alcanza a uno de cada tres ciudadanos, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística. Unos datos que dan escalofríos, miedo, pero de los que ninguno líder habla, seguramente porque no saben cómo abordar el problema, cómo solucionarlo, con lo que esto significa para una parte importante de la población. Unos ciudadanos que antes de la crisis pertenecían a esa clase media, hoy empobrecida, que se consideraba la joya de la corona por su fortaleza, por ser la que más impuestos paga, la que sostiene sobre sus hombros el peso de la crisis, pero sobre todo porque es la que menos se queja, avergonzados como están algunos de ellos por haber llegado a una situación económica que les asfixia, que les impide vivir con dignidad, incluso que les impide dar de comer a sus hijos, pagar la luz o el agua. En la encuesta de Condiciones de Vida el porcentaje de la población hay un dato al que se aferra el Gobierno como a un clavo ardiendo, pero que es a todas luces insignificantes: la pobreza y la exclusión social ha descendido en España en el último año y por primera vez desde que comenzó la crisis un 0,6 puntos porcentuales. Cifra que pone en solfa los brotes verdes de los que tanto presume de Guindos. De ahí lo importante que sería que en vez de andar a la gresca, insultándose unos y otros, nos dijeran qué sociedad quieren, cuáles son sus objetivos sociales y económicos, pero sobre todo ¿quién se va a ocupar de los excluidos sociales?.

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