Victoria Lafora – Impresentables en el salón


MADRID, (OTR/PRESS)

De un tiempo a esta parte, la pantalla del televisor, esa que ocupa un lugar preferente en el salón de nuestras casas, nos ofrece la imagen y las exculpaciones de procesados, imputados y otros especímenes de las cloacas del Estado.
Después de filtrar información a sus «periodistas amigos», que normalmente compromete la honra de aquellos a los que quieren amedrentar, el último cartucho consiste en una larga entrevista televisiva que sirve para cubrir con tinta de calamar sus fechorías y manchar a los enemigos. Lo primero que ha hecho Mario Conde, recién salido de la cárcel y con su dinero todavía a buen recaudo, ha sido volver a «su programa» de Intereconomía para hablar de la corrupción que invade las esferas de poder de este país. Y se queda tan ancho. Da igual que su nombre aparezca en la lista de morosos de Hacienda, esa propiedad privada de Montoro en la que van desapareciendo nombres como por ensalmo. Da igual que se conozcan al detalle las maniobras que llevó a cabo desde su primera excarcelación para recuperar parte del botín que robó de Banesto y que tiene a salvo en paraísos fiscales.
El otro «ilustre» que ha decidido pasearse por los platós de televisión es Francisco Granados, otrora mano derecha, o izquierda, de Esperanza Aguirre. Quiere defender su honra y su nombre cuando las pruebas de su ilegal incremento patrimonial son demoledoras. Vuelve al programa de 13 TV, del que era colaborador, como si se hubiera ido de vacaciones, para decirnos, con el mismo desparpajo y chulería, que a él no le van a pillar porque jamás ha metido la mano en la caja. Incluso se inventa una coartada para el chusco incidente del millón de euros hallado por la policía en un altillo de casa de sus suegros. Ese que se había dejado olvidado un instalador de IKEA.
Por último, le ha llegado la hora de dar la cara, en horario de máxima audiencia, al oculto comisario Villarejo; el que esconde detrás de una gorra, unas gafas y una bufanda de forma permanente. Nunca pensó que un «tema menor», como la agresión con arma blanca a la Doctora Pinto, supuestamente siguiendo las indicaciones del «compi yogui», Javier López Madrid, le fuera a causar tantos problemas.
Hasta ahora, le había servido filtrar información a periodistas próximos sobre temas que ensuciaban la imagen de la Casa Real; aviso a navegantes para ser exonerado del caso del «pequeño Nicolás». Era la manera de demostrar que poseía información sensible de altas instituciones del Estado y que, por tanto, era intocable. Volvió a aparecer Bárbara Rey y sus amoríos con el hoy emérito Juan Carlos, las andanzas de Corina etc. Su guerra particular era contra el director del CNI, Sainz Roldan, y en eso sigue. Pero, en su debut televisivo, ha sacado nuevos nombres a relucir como el de Margarita Robles, la flamante portavoz del PSOE en el Congreso. Lo discutible es que estos personajes puedan entrar sin llamar en el salón de nuestras casas para poner el ventilador sobre la bosta.

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