El Abanico – ¿Quién se acuerda de los votantes en el PSOE?


MADRID, 11 (OTR/PRESS)

Son muchos los ciudadanos que se preguntan, viendo la batalla fraticida que se libra en el PSOE, si queda alguien sensato en ese partido capaz de poner orden entre los aspirantes a la Secretaría General. Si además de luchar encarnizadamente por conseguir los votos de la militancia, se han preguntado, aunque sea por un segundo, lo que deben estar pensando los votantes, después de ver el triste espectáculo que están protagonizando y que al paso que van les conduce directamente al suicidio colectivo.
Los votantes son esas personas que, sin ser militantes, ni pertenecer al PSOE, le han dado la victoria elección tras elección acudiendo fielmente a su cita con las urnas con la ilusión de que su partido, el de Rubial, el que defendieron sus padres o sus abuelos, el de Felipe González que llevó al triunfo sin paliativos en el 82 o el de Zapatero en el 2004, volviera a ganar los próximos comicios. Ese PSOE que hizo posible que la democracia fuera una realidad y no una ensoñación, el que modernizó este país aprobando leyes tan avanzadas como la del aborto o la del matrimonio entre personas del mismo sexo, que el PP rechazaba machaconamente porque así se lo exigía una parte de su electorado, pero que después fueron los primeros en hacer uso de esas leyes porque, claro, todos sabemos que una cosa es predicar y otra dar trigo. Una cosa es calentar los mítines, enardecer a los bases, y otra muy distinta no aprovecharse de lo que las Cortes Generales y la mayoría del pueblo español habían ratificado.
Mucho se habla de la decepción de los militantes socialistas, de lo enfadados que están por lo que ocurrió en Madrid en el mes de octubre y que obligó al ex-secretario General Pedro Sánchez a presentar su dimisión, cuestionado como estaba por la mayoría del Comité Federal debido a la pérdida de votos desde su llegada a la Secretaría General. También de la decepción de quienes estaban en contra de su decisión de concurrir a unas terceras elecciones que de haberse celebrado hubieran dejado al PSOE en las raspas, muy por detrás de Podemos.
Algo que no parecía importarle demasiado si con ello conseguía mantenerse unos meses más en el trono de la fama. Prueba de que esa era su intención lo demuestra la entrevista que concedió a Jordi Evole, en la que en vez de reconocer sus errores, solo alguno, se dedicó a expandir dudas contra todos los que no estaban a su favor. Una postura que convirtió en el mantra y que después han utilizado algunos de sus más cercanos colaboradores. No voy a reproducir las groseras imitaciones que delante de mí hizo un conocido alcalde socialista castellano de la presidenta de Andalucía el día que nos conocimos. Las burlas sobre su acento andaluz, sobre algunas frases que dicen que pronunció la presidenta andaluza delante de la de Baleares en el fragor de alguna batalla, y que repiten los sanchistas a través de twitter, o en los mítines, con el fin de enardecer a sus seguidores, convertidos hoy en un ejército afín a Sánchez, entre los que encuentras mucha gente de buena fe, pero otros resentidos por no haber conseguido alzarse con el poder en alguno de los feudos donde gobiernan los socialistas.
Es indudable que Susana Díaz se equivocó dejando pasar un tiempo precioso, que Pedro aprovechó inteligentemente, y que lo que ocurrió en aquel desdichado Comité Federal, no debió pasar nunca. Pero dicho esto, una cosa es la protesta y otra muy diferente alimentar el odio y el resentimiento entre los votantes, solo porque las cosas no salieron como Sánchez tenía previsto.
Que la situación es grave e irreversible es algo que nadie o casi nadie pone en duda. Gane quien gane, no veo visos de una posible reconciliación entre Susana y Pedro, y mucho menos entre los afines a este último, después de que haya dicho que si gana como si no, intentará hacer tabla rasa en aquellos feudos donde ha perdido, donde Susana o Patxi han sacado más votos. Y lo hará, claro que lo hará, como lo hizo en Madrid laminando a Tomás Gómez, votado por la mayoría de las bases, solo porque necesitaba dominar una de las federaciones más potentes del socialismo para llevar a cabo su política de «yo soy yo y mis circunstancias», que transformaría en el «no es no», sin importarle el futuro del país. O, ¿alguien piensa que de haber concurrido a unas terceras elecciones Pedro habría ganado?. Dejo la pregunta para que la contesten aquellos que un día votaron socialista y están desencantados.

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