Fermín Bocos – Corruptores y corruptos


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Cuando hay un político de por medio, la corrupción es cosa de dos. El que toma y el que da. Te doy (comisiones) para que me des (obra pública). Es un juego antiguo y perverso del que todo el mundo parece tener noticia pero que sólo se sustancia cuando les pillan y entran en escena los tribunales. Está pasando estos días con el escándalo mayúsculo que rodea la investigación de las presuntas mordidas millonarias cobradas por el dirigente del PP y ex presidente de Madrid Ignacio González. Su detención que ha coincidido en el tiempo con una citación a Mariano Rajoy para que declare en calidad de testigo en otro escándalo («caso Gürtel») en el que el juez indaga acerca de la presunta financiación ilegal del PP coloca sobre el escenario, a la vista de todos, la peor de las imágenes. La que retira la confianza de los ciudadanos en los dirigentes públicos. Ya puede decir el Presidente del Gobierno que «está encantado» -frase textual- de tener que acudir a colaborar con la Justicia porque no resulta creíble. Para nadie es plato de gusto acudir a un tribunal.
El caso es que en todo este asunto sólo mirábamos hacia un lado, el de los presuntos corruptos pero faltaba el otro. El de los señalados como corruptores. En la mayor parte de los casos, empresas dedicadas a la construcción.
Lleva razón el ministro de Fomento Iñigo de la Serna al decir que la obra pública en España y el sector de infraestructuras tiene un enorme prestigio en el exterior. Pero la sombra ominosa de las prácticas corruptas para obtener contratos amenaza dicho prestigio. Detrás de los corruptos están los corruptores. Si OHL, una de las principales constructoras del país, aparece reiteradamente en la crónica de tribunales: casos» Palau» (CiU); «Lezo» , «Gürtel» y «Púnica» (PP) y su consejero delegado, Javier López Madrid, yerno de Juan Miguel Villar Mir, el ex ministro y empresario elevado a la condición de marqués por el Rey Juan Carlos I, ha sido detenido, lo que resulta de todo esto es que se cierra el ominoso círculo de sospechas que da pie a quienes denuncian la existencia de una trama en la que los poderosos de nuestros país se refuerzan entre sí. Conviene tener claro que sin corruptores no habría corruptos.

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