Escaño Cero – El transbús


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

He escrito en otras ocasiones que la aparición de Podemos en la vida pública estaba sirviendo de acicate para que la política española se renueve. También para poner sobre la mesa otras ideas y maneras de entender no solo la política sino otros ámbitos de la sociedad. De manera que estoy entre quienes piensan que Podemos tiene mucho que aportar si sus dirigentes no se empeñan en banalizar su manera de hacer y estar en política.
La política es algo muy serio de manera que no caben espectáculos a la hora de hacer política. Los ciudadanos ya hemos tenido que soportar estoicamente el sinfín de casos de corrupción, que han tenido a algunos políticos de renombre como protagonistas, o la manera torticera con la que han actuado algunos empresarios. Denunciar las practicas corruptas y a sus protagonistas es parte del trabajo de los políticos honrados. Pero para hacerlo no hace falta organizar un circo porque al final el espectáculo termina restando importancia a la denuncia principal.
Por eso me parece que los dirigentes de Podemos se equivocan con el Transbús que circula por las calles de Madrid en las que señala a políticos y empresarios y periodistas como parte de una «trama» corrupta que es la que a su juicio gobierna España.
Para empezar resulta inquietante esa manera inquisitorial de hacer política, ese señalar al otro, con el que no se está de acuerdo. Podemos ha elaborado una lista de enemigos a los que caricaturiza y coloca en una diana. Lo preocupante es que siempre habrá gente que les «compre» la mercancía y den por bueno ese eslogan de la «trama» y por tanto de que quienes son señalados son culpables de cuantos males aquejan a nuestro país.
Señalar, es una práctica populista, fuera de lugar en una Estado democrático, porque se está no solo señalando sino demonizando a una serie de personas con las consecuencias que eso puede tener.
Tampoco se entiende la obsesión, y casi diría que el odio que Pablo Iglesias destila hacia Felipe González.
Hay tics en el comportamiento de algunos dirigentes de Podemos que resultantes inquietantes. La política del señalamiento, de extender el dedo acusador hacia los oponentes, ridiculizándoles o convirtiéndoles en poco menos que apestosos es inadmisible.
Insisto en que estoy entre quienes creen que Podemos tiene y puede aportar muchas cosas positivas a la política española, pero si no se toman en serio a ellos mismos difícilmente les tomaran en serio los demás. El espectáculo por el espectáculo no lleva a ninguna parte salvo a la banalización de la acción política. El Parlamento es el lugar donde se discute y se debate y resulta igualmente inquietante el desapego e incluso desprecio que parecen tener los dirigentes de Podemos precisamente por el Parlamento. En realidad los dirigentes de Podemos vienen demostrando que no saben hacer política en los cauces democráticos de las instituciones prefiriendo el alboroto callejero. Creo sinceramente que se están equivocando o acaso son los ciudadanos los que nos hemos equivocado al esperar más de ellos.
Y eso sí, me sorprende la respuesta meliflua del PSOE.

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