Pedro Calvo Hernando – El anuncio de ETA y las extrañas reacciones


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Parece que no todo el mundo se ha alegrado del anuncio de ETA sobre su inminente desarme definitivo y algunos parecen dispuestos a lamentar la desaparición total de la banda, como si este hecho les arrebatase algún pilar de su propia subsistencia política en este extraño tablero que durante muchos años ha producido derivaciones raras que conectaban con la colocación en segundo lugar del dolor por las víctimas. Es como si alguien se incomodara, tal vez sin darse plena cuenta de ello, por ver desaparecer lo que absurdamente habían convertido en el sostén de su permanencia sobre el tablero político español, colocando tal sentimiento algo así como en la justificación de su permanencia en su extraña vida pública. Conozco docenas de casos. Lo que ya se entiende menos es esa tendencia del propio Gobierno y su presidente a caer en semejante trampa. Cada vez que la organización terrorista daba un paso hacia su propio final, daban la impresión de que les iba a faltar algo y es una cosa que nunca he podido comprender. Tampoco han hecho sobrehumanos esfuerzos por recibir con entusiasmo esas noticias.
Lo que yo le pediría a este Gobierno es que no cometiera el error de ponerse a la altura de los personajes que comento, que mostrara reacciones más normales ante las noticias, que no reaccionen ante el desarme total solo con la exigencia de que también se disuelvan inmediatamente, ya que eso va de suyo pero no es lo único. Que no hagan como tantos hicieron cuando hace seis años ETA dejó de matar y extorsionar, que parecía importarles no demasiado pues ponían el único énfasis en que lo que tenían que hacer era desarmarse y disolverse. Por cierto, que su reacción ahora ya vemos cuál es. Cuando se desarmen del todo y se disuelvan, ¿qué les exigirán? Insisto en pedir al Gobierno que no caiga en la trampa, porque sería absurdo y carecería de sentido, sería ponerse a la altura de quienes carecen de altura. Sería como ignorar lo que se ha hecho en otros países que sufrieron el terrorismo: alegrarse de la liberación y dedicarse a trabajar seriamente, no a darle vueltas a la tuerca como si les faltara algo que además nunca podrían expresar públicamente. Y si luego piden perdón, magnífico.

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