La stevia de Pamiés cura, pero está prohibido decirlo.


Yo andaba por los tres años cuando recogía pequeños ramilletes de “maxixa”; así le llamaba a la mazanilla en mi lengua de trapo. En casa había un libro de tapa dura granate, de Pío Arias-Carvajal, titulado Plantas que curan y plantas que matan. No era una lectura infantil precisamente, pero a mí me gustaba leerlo. De alguna manera, era como entrar en los insondables secretos de la naturaleza. Así que, cuando años después conocí el Dioscórides, ya tenía una idea acerca de los tesoros del mundo vegetal.
La stevia la conocí hace pocos años, gracias a Josep Pamiés, su gran divulgador y defensor, uno de los mártires modernos. Es una de las plantas milagrosas que la naturaleza nos regala para mantener y restablecer nuestro equilibrio físico, energético, mental y espiritual, porque la salud solo se puede entender desde un paradigma holístico. De hecho, el término ‘medicina integrativa’ ya va siendo de uso corriente entre los profesionales de las llamadas alternativas o complementarias. Sin embargo, mis esperanzas de alcanzar una integración total con la medicina alopática son pocas, porque en ese terreno –y hay que decirlo— no se prioriza el mantenimiento de la salud o su restablecimiento, sino las cuentas corrientes de los accionistas de los grandes emporios farmacéuticos. Los médicos son puros peones, víctimas de políticos, lobbies, think tanks y demás patulea de psicópatas. Ese es el quid de todo y vamos a hablar de ello enseguida.
Sé que el titular del artículo va contra lo establecido en la ley del medicamento y la regulación de la venta de plantas con fines terapéuticos, pero no me importa. La labor de un periodista –aunque eso lo hayamos borrado de nuestro código deontológico—no es servir al sistema, sino a la sociedad. Por otro lado, los que llevamos tantos años intentando sacarle los colores a un sistema corrupto, que nos estrangula, nos miente y manipula, ya tenemos cierto callo y no nos dejamos intimidar por leyes injustas, tan alejadas del derecho natural, ¡ojo!, muy anterior al derecho positivo y a cualquier normativa humana. Muy al contrario, creo que hacemos un servicio a la humanidad denunciando e incluso vulnerando leyes injustas, que lejos de suponer un avance, son frenos impuestos por los suprapoderes, que se han erigido en dueños del mundo.
Un político de la transición dijo aquella frase, que habría de ser citada en años venideros, a la luz de la evidencia: “Montesquieu ha muerto”. En efecto, del ilustrado Barón apenas queda el recuerdo, pero conviene recordar que no murió de muerte natural, sino asesinado por los mohatreros de turno, precursores del decadente estado actual de las cosas.
Hace muchos años que están intentando matar a Hipócrates. No lo han conseguido, porque son muchos los que día a día lo mantienen vivo a través de sus enseñanzas y axiomas. Pero la oficialidad lo ha desterrado de la Medicina. Hoy, el juramento hipocrático es algo obsoleto, políticamente incorrecto, una anécdota tan anacrónica como el código de Hammurabi.
En medio de esta maraña de sinrazones, la stevia sigue levantando sus hojas verdes al cielo, esperando, como el arpa del poeta, la mano del necesitado de salud, del jardinero, del agricultor, del regalador de panaceas; la mano de todos los que buscan el bien y lo bueno. Pero como todos los cuentos tienen un malo, el ogro de esta historia es el sistema, un sistema que arremete contra los que osan salir de la cueva y contar que hay un sol que brilla más que los candiles.
Decía que Josep Pamiés es uno de los mártires de nuestros días porque desde que descubrió la stevia y tras comprobar que realmente funcionaba, regulando los valores de triglicéridos, colesterol, insulina o hipertensión y que ayudaba a la desaparición de las células tumorales, empezó a distribuirla. Esperemos que la batalla que han emprendido contra él se quede solo en los comentarios de internet en su contra y no alcance los extremos de otros, como los doctores Hammer y Burzynski o tantos que han dado con sus huesos en la cárcel por atreverse a decir que EL CÁNCER SE PUEDE CURAR. Me viene a la memoria uno de mis iconos: el dos veces Premio Nobel, doctor Lynus Pauling, un hombre, aparte de genio, con una conciencia extraordinaria. Lynus Pauling fue galardonado con el Nobel de Química en 1954, por su descubrimiento sobre los enlaces químicos de los cristales y las proteínas. Después inició una campaña de denuncia contra las pruebas nucleares que se estaban llevando a cabo, con el consiguiente perjuicio para la cadena alimentaria, pues el estroncio 90 resultante –altamente radiactivo— era sintetizado por la hierba de los pastos como si fuera calcio, y después pasaba a los tejidos del animal y a leche que consumían los humanos. Por denunciar esto, el gobierno de Estados Unidos le retiró el pasaporte y cuando en 1962 le concedieron el Premio Nobel de la Paz, no pudo viajar a Suecia a recogerlo.
Curiosamente, los que prohíben vender stevia son los mismos que se enriquecen comercializando medicamentos con gravísimos efectos secundarios, como infartos cerebrales e incluso muerte; con los tratamientos contra el cáncer, gravosos para la sanidad y penosos para el paciente; los que promueven las campañas de vacunación antigripal o contra el papiloma humano, causante, cuando menos, de megadosis hormonales en las adolescentes, aparte de muertes; los que promueven bajar los valores de glucosa, colesterol, etcétera, para tener a toda la sociedad medicada crónicamente con los fármacos que fabrican; los que han inventado las enfermedades de la menopausia, para tratar con estrógenos a las mujeres; los que se han sacado de la manga la moda de las densimetrías, y un sinfín de etcéteras que darían para varios tomos. Esta gente es la que le prohíbe a Pamiés comercializar la stevia. ¡Qué vergüenza!
He agotado el espacio sin hablar de las propiedades de la stevia y también de otras plantas milagrosas que la naturaleza pone a nuestra disposición, como las kalanchoes. Todo un regalo digno de agradecer. Hablaremos de manera pormenorizada en el próximo artículo.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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