Antonio Casado – Se buscan valientes


MADRID, 1 (OTR/PRESS)

En los desayunos de Europa Press Javier Vila preguntó este martes al ministro portavoz, Méndez de Vigo por la posición del Gobierno español frente a las controvertidas decisiones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. La respuesta, tibia, diplomática, descomprometida, de esperar y ver, me trajo a la memoria el rap de Juan Manuel Montilla («El Langui») contra el acoso escolar: «Se buscan valientes».
Se buscan valientes que den la cara contra los matones. En los patios de colegio o en las relaciones internacionales. Tanto da, si se trata de frenar al bravucón. O de achantarlo, como dice El Langui, cuando actúa como si el patio fuera suyo. O el mundo. «Se buscan valientes que den la cara», «se buscan valientes que apoyen y defiendan al más débil», «se buscan valientes que expresen lo que sienten».
No es el caso del ministro Méndez de Vigo ni, al parecer, de su Gobierno, interesados en preservar las «magníficas relaciones que tenemos con la Administración norteamericana y queremos seguir teniendo». Es razonable, siempre que no curse como pretexto de una mirada distraída a supuestos reñidos con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El ministro miró hacia otro lado. Y no pasó de ratificar la profesión de fe del Gobierno de España en los principios del libre mercado.
Pero el libre comercio, o el proteccionismo en su caso, solo son modelos más o menos acertados, más o menos eficientes, en el intercambio de bienes. O sea, materia discutida y discutible. Pero no es opinable ni discutible el reconocimiento de la dignidad humana, cuyo primer mandamiento es el de que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, «sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición» (articulo 2).
O sea, que la fuerza del valiente «está en el corazón», dice El Langui. Porque eso es lo que hace falta para denunciar que Trump se pasa por el arco del triunfo esos dogmas básicos del mundo civilizado. Tal y como quedaron proclamados por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, una vez sabido que «el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la Humanidad» (preámbulo de la Declaración).
Al terminar el desayuno de Europa Press, el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, apostó igualmente por seguir manteniendo unas relaciones «excelentes» con Estados Unidos aunque precisando que «entre amigos hay que decirse las cosas claras y eso es lo que vamos a hacer». Pues están tardando. Y no nos gustaría que España fuera cono el chico que pasa de largo ante las bravatas del matón del patio que acosa a los más débiles.

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