Los corruptos son psicópatas y enemigos del pueblo que los vota

Cuando descubrimos que en las instituciones más serias, incluidas las políticas, encargadas de velar por la ética del sistema, la corrupción es la nota común entre los integrantes de las cúpulas civiles y judiciales de mayor rango, se nos cae el alma a los pies y entramos en una suerte de depresión moral-espiritual de la que parece que no vamos a ser capaces de salir. Este es el síndrome del que están aquejados muchos seres humanos pensantes y bienintencionados, que acarrean en la mochila de decepciones el haber defendido el brillo de algo que parecía oro y era tan solo latón del malo. Nuestras instituciones y quienes están al frente de ellas y nuestros políticos lucen ahora el cardenillo venenoso del material de impostura.

Esto es lo que nos ocurre a unos cuantos, que creíamos que la corrupción era cosa de otros tiempos, cuando las democracias inexistentes eran tan solo sueños futuribles; o de otros países, deteriorados por años de oligarquía y nepotismo, que tenían como gobernantes a lo peor de cada casa, y donde jueces y fiscales eran lacayos del poderoso de turno. Muchos nos debatimos en la resaca del desencanto, de la decepción menos esperada, y sentimos asco y pena, porque esta manera de actuar ya está instaurada en nuestro país, de apenas cuarenta años de democracia.

El espectro político de España es para llorar. Conocidas todas las componendas y arreglos, poco hay que comentar de fuste, como no sean los chascarrillos del día a día entre políticos y algún que otro periodista exuberante en “descalificativos”. Pero tanto escándalo de viene y va y tanta prepotencia por parte de quiénes sustentan el mando, está infundiendo en la ciudadanía una especie de cinismo defensivo, como terapia de insensibilización ante la corrupción generalizada y la ambición desmedida. Porque veamos el escenario: un Partido Popular en el gobierno, que se preocupa más de sus asuntos internos, de a quién pongo y a quién quito, a quién premio y a quién defenestro, a quien nombro o con quién me reúno para seguir vendiendo a España a cambio de unos cuantos años más en el poder. Y entre zancadilla va y zancadilla viene, en forma de dosier al descubierto y filtraciones mil, Rajoy sigue a sus cosas y a su ritmo, y solo le interesa la economía. Hay que cuadrar las cuentas y cumplir, sí, pero ni un amago de reducción del gasto en la Administración –cosa archiprometida en las primeras campañas contra ZP—y en esos órganos consultivos que no sirven para nada, salvo de retiro glorioso a la casta política. El Gobierno, una vez más, acude a lo fácil y sube los impuestos a la cautiva clase media. Y encima, el recibo de la luz, que no es broma. El tema de las eléctricas es un gravísimo asunto de corrupción, al que ninguno de nuestros representantes políticos osa hincarle el diente. Es vergonzoso que mes a mes sangren al usuario para pagar las subvenciones a las energías renovables –todo un fiasco— que los diferentes gobiernos han ido repartiendo a sus íntimos y próximos. Sabemos de algunos que han recibido una cuantiosa suma de dinero público para placas solares, y las han conectado solo para la inauguración. ¡Como se lo cuento! Querían las concesiones para forrarse, no con la energía, sino con la inyección de dinero público. En Alemania, sin embargo, el sector de renovables sí está funcionando y los ciudadanos, pagan un treinta por ciento menos que antes de implantarse. El PP y el PSOE tienen que dar muchas explicaciones. A ver cuándo implantamos el polígrafo en la política.

Los congresos del PP, el regional y el nacional, desentierran las viejas hachas de guerra. Y es que hay mucho que ganar y mucho que perder. A la ambiciosa Cifuentes, ideóloga del llamado NUEVO PP, la acusan sus compañeros regionales de darles poco tiempo para organizarse y depropiciar un congreso exprés y cerrado, en lugar de un cónclave abierto, que “vulnera los derechos democráticos de los afiliados por las fechas elegidas, y también incumple los reglamentos y el estatuto del partido”.

¿Pero qué es el NUEVO PP?¿El de Soraya, la mayor conspiradora del reino, que utiliza en beneficio propio la información del CNI, según algunas fuentes? ¿El de la citada Cifuentes, la progre oficial que envidia no atreverse a entrar en la capilla a zarandear al cura, como Rita Mestre y que va a meter en los colegios privados a los representantes de la LGTB para que adoctrine a los niños?

Y del PSOE, ¡qué vamos a decir! Unos cuantos aspirantes a liderar el partido, a cual peor. Del pobre Sánchez, mejor no hablar, pero hay que reconocer que los de alrededor no son mejores. Nos puede caer mejor o peor, o querer verlo lejos por sus más que coqueteos con Podemos, pero hay que reconocer que entre unos y otros, con el señor X a la cabeza, han pisoteado todos los principios democráticos. De Patxi López, mejor pasar de largo, y no por su historial académico, que ni tiene, sino por su alma negra, tan bien descrita en las palabras de Pilar Ruiz Albisu. Y de Susana Díaz, otra que tal baila, pero en andaluz, a golpe de ERE y otros asuntos que durante casi cuarenta años enraizaron y se los comieron las malas hierbas. La corrupción andaluza pesa sobre ella. Yo no la llamo ladrona, como Herrera, pero la corrupción de Andalucía pesa sobre ella.

Y por si el socialismo español no tuviera bastantes enanos que pasaron de talla, se destapa en Asturias el turbio asunto de la UGT y los cursos de formación. Práctica, por cierto, muy al uso en todas las comunidades autónomas. Otra cosa es que se descubra el pastel. Surge esto cuando aún resuena en nuestros oídos el escándalo del caso Fernández Villa, el sindicalista minero y senador, asiduo de Rodiezmo, que regularizó 1,4 millones de euros en la amnistía fiscal de Montoro, ganados, según Anticorrupción a base de dietas, mordidas en obras, entre ellas el geriátrico de Montepío. Y es que 34 años dan para mucho. ¡Ay, el dinero público, tan cerca de la mano!

Lo cierto es que en España, gobernar, gobernar, no sabemos si gobierna el PSOE, el PP o no gobierna nadie. Eso sí, el Gobierno propicia reuniones secretas, tipo Club Bilderberg, con los presidentes de las autonomías para tratar temas de los que los ciudadanos no pueden enterarse. Se ve que la serie “Expediente X”, emitida por la Fox, les mola y quieren incorporar el secretismo por decreto. Pero, aunque sea antipopular, Rajoy está tranquilo, porque por más desmanes que cometa, lo siguen votando, aunque menos. Él hace tiempo que descubrió muchos puntos flacos de la conducta humana, que harían babear a los expertos en control de masas.

Finalizado el artículo caen en mis manos las palabras de la rusa, nacionalizada en Estados Unidos, y fallecida en 1982, Ayn Rand, que me vienen que ni pintadas, como colofón: “Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebas que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias, más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada”.
¿Pero hay esperanza?, pregunto. Yo soy luchadora y jamás me rindo, pero he cambiado de táctica. Hasta hace poco creía que podíamos cambiar el mundo a través de los políticos; creía que votando a este o a aquel partido se podría cambiar el sistema. Ahora, sin embargo, sé que el camino no es ese. El mundo solo cambiará si cada ciudadano cambia y entre los “cambiados” se forma una masa crítica capaz de dar el salto y dejar atrás defectos tan condenables como los que de manera transversal aparecen en este artículo. La idea no es mía, sino del doctor Bradley Nelson, el creador de El “Código de la emoción”, cuyas terapias de sanación estoy aprendiendo. ¡Son auténticamente mágicas! En otro momento os hablaré de ello.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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