Antonio Casado – La reaparición de Aznar


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Aún sin conocer los mensajes de Aznar en su encuentro de este lunes con empresarios valencianos (escribo unas horas antes del almuerzo-coloquio), no me equivocaré si apuesto por un nuevo sartenazo al bajo vientre de Rajoy. No ha dejado de hacerlo el ex presidente desde la primavera de 2008 (congreso del PP, también en Valencia), tras la segunda derrota de su heredero en elecciones generales y el segundo triunfo electoral consecutivo del socialista Rodríguez Zapatero.
Estamos ante la reaparición del personaje tras su espantada prenavideña como presidente de honor del PP, que siguió a la desvinculación de FAES, un centro del pensamiento conservador, del que salieron criticas muy explicitas contra la política del Gobierno. Todas ellas basadas en la denuncias firmadas por el propio Aznar de que, por ejemplo, el PP «ha perdido parte de su ADN» y la reclamación de un golpe de timón «enérgico, creíble y suficiente». No se apea pero, eso sí, ahora ya solo habla como militante.
Militante, ojo, que no simpatizante, como se desprende de su historial de declaraciones públicas en los últimos años, en los que ha venido posicionándose en contra de la línea política marcada por Mariano Rajoy, a pesar de sus tres victorias electorales consecutivas (noviembre de 2011, diciembre de 2015 y junio de 2016). Es más, las discrepancias se fueron haciendo más agrias a medida que la figura del heredero crecía a nivel orgánico y a nivel institucional.
Y así hasta la coronación de Rajoy como el campeón europeo de la estabilidad política frente a las incertidumbres electorales de Francia y Alemania, la prolongada interinidad de Italia y el desmarque del Reino Unido.
En estas circunstancias el heredero de Aznar afronta un congreso nacional del PP como un paseo militar para sus planes. Así se entiende que este hombre de memoria resentida y frustración mal curada, el de la época dorada de Gürtel, el estrellato de su amigo Blesa al frente de Cajamadrid, la implicación en la guerra de Irak, la boda de El Escorial o la vergüenza del Yak-42, no quiera sumarse a la aclamación de Rajoy como líder indiscutible del PP. Por eso renunció a su cargo de presidente de honor. Para no sentirse cómplice de la reelección.
Y por eso deja que circule la especie no desmentida expresamente de que está preparando el lanzamiento de un partido alternativo al PP. No creo que llegue a tanto, pero el rumor ha dado pie a Rubén Amón para escribir que la reaparición del ex presidente le causa «más ternura que miedo». Otro lúcido comentarista de lo que ocurre en nuestro ruedo ibérico, Xavier Ybarra, escribía en su blog hace unos días que «José Maria Aznar tiene la vanidad pueril de Alcalá Zamora».
Amón e Ybarra, demoledores.

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