Carmen Tomás – El dilema para reducir el déficit


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

El gobierno tiene que elaborar unos Presupuestos Generales del Estado que, además de ser verosímiles en sus previsiones de ingresos y gastos, cumpla con el objetivo de déficit público pactado con la Comisión Europea. Y de nuevo se abre el dilema de si, para cerrar ese agujero, hay que bajar el gasto o subir los impuestos. Y, si me permiten, ese dilema no es del todo correcto. Obviamente lo podemos hacer por la vía de subir los impuestos. Luego habrá que discutir qué impuestos. En este caso, el más impopular es el IRPF y el que más recauda y más rápido es el IVA. Hay margen y se pueden cambiar productos y tipos. Desde Berlín el presidente del gobierno dijo que no hay ninguna decisión tomada, a pesar de que unos días antes había dicho que no se iban a tocar los grandes impuestos. También se pueden subir, obviamente, otros impuestos como los que pesan sobre el consumo de carburantes, el alcohol o tabaco. Crear uno nuevo sobre las bebidas edulcoradas o igualar el Impuesto sobre el Patrimonio o Sucesiones y Donaciones. Incluso se pueden subir los que dependen directamente de las Comunidades Autónomas o los Ayuntamientos. No sabemos por dónde irán las negociaciones, aunque sí sabemos lo que cada partido ha ido prometiendo o declarando en los últimos días. Se puede decir que básicamente la oposición quiere más gasto y no pondría mala cara si se suben algunos impuestos como el de Sociedades o sobre las grandes fortunas o los más ricos.

Pero, como decía antes, alcanzar el objetivo de déficit se puede lograr también por la vía de la reducción de la partida de gasto. Y aquí a todos se nos ocurre de dónde. Se puede racionalizar la Administración, privatizar empresas, cerrar organismos, prescindir de asesores. Pero, sobre todo, lo que se puede hacer es ser más eficaces en el gasto. En la primera línea de actuación ya se hizo algo en la legislatura pasada, aunque está claro que no lo suficiente. Y, muy poco, en la segunda. Ser más eficaces en la persecución del fraude en prestaciones o subvenciones y acometer en serio una reforma de las pensiones que introduzca una parte más personal, al estilo de Reino Unido, en la que los jóvenes ya empiecen a hacer una bolsa que les acompañe hasta la jubilación, liberaría recursos abundantes.
Ya supongo que lo más fácil y rápido es subir los impuestos. Pero, sería una equivocación. Hacer que las empresas paguen más va a penalizar la creación de empleo y no seguir con las reformas sólo traslada el problema un poco más adelante. Sin embargo, unas administraciones más ágiles, más rigurosas y más vigilantes sería un paso de gigante, proporcionaría recursos y quizá la lucha contra el fraude sería el colchón en el que descansaría el grueso de la rebaja del déficit y no en los que ya pagan impuestos y con creces.

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