Al margen – Espinar, mártir


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Siendo no muy edificante la conducta del «chaval» Ramón Espinar en lo tocante a la captación y venta con jugosos beneficios de su piso de protección oficial, menos lo es, si cabe, la del adulto Ramón Espinar pretendiendo justificarla a base de medias verdades y de mentiras enteras. Ahora bien; más deplorables aún que las explicaciones de éste conspicuo coleccionista de cargos (senador, portavoz de su partido en el Senado, diputado de la Asamblea de Madrid, candidato a la secretaría general de Podemos-Madrid), resultan los argumentos empleados por sus pares no sólo para exonerarle de toda culpa, sino para presentarle como un mártir de la libertad.
Así, en efecto, hemos llegado a oír desde que lo que hizo es lo que hace todo el mundo, hasta que obró con ética exquisita y con un desasimiento de lo material que haría empalidecer a un anacoreta. Sin embargo, lo más loco que en su defensa se ha argüido desde sus filas ha venido, como no podía ser de otra manera, del señor Echenique, que ha dicho que parece que a los de Podemos no se les perdona haber tenido 20 años, ni, en consecuencia, los pecadillos de «chaval», de juventud.
Uno ha conocido y tratado a muchos «chavales» de 20 años, particularmente cuando uno mismo los tenía, pero no recuerdo a ninguno que anduviera comprándose un piso ni, como en el caso que nos ocupa, brujuleando para pillar sin concurso uno de protección oficial. Los que uno ha conocido vivían instalados, por su mágica edad precisamente, en la utopía, y pues para el joven no existe el mañana, completamente ajenos a otro futuro que no fuera el que soñaban construir. Se ve, pues, que Ramón Espinar, cual hormiguita, pensaba en el porvenir más en plan previsor, pragmático e inmobiliario, lo que quizá explique que haya llegado tan joven a Senador del Reino y a la porción de cargos que disfruta.
Pero hete aquí que «los poderosos», atrincherados en el Ibex 35 y en las redacciones de una prensa maligna, han ido a por él. Y es que un mártir de su envergadura moral, política e intelectual, es lo más peligroso, lo más letal, para las oligarquías de la nación.

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