Fermín Bocos – Un gobierno de funcionarios


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Que Mariano Rajoy no se molestara en comunicar personalmente la composición del nuevo Gabinete es todo un síntoma. Rajoy seguirá haciendo de Rajoy. Desde Ciudadanos (socio de investidura) deberían ir haciéndose a la idea de que como decía el ciego del lazarillo de Tormes: no muda el hombre de condición por mudar de lugar. Lo de las 150 medidas regeneradoras pactadas, en fin, mejor que Rivera no insista.
Por lo demás, la oposición habla de «continuidad» y en el PP elogian la sabiduría del jefe a la hora de elegir. Diez de trece, la mayoría de los ministros son funcionarios de carrera. Asciende María Dolores de Cospedal, pero no a costa de Soraya Sáenz de Santamaría que sigue siendo Vicepresidenta aunque haya perdido la encomienda de portavoz. Pero retiene el CNI, departamento clave en el mundo actual en el que la información y la evaluación de riesgos son esenciales a la hora de tomar decisiones. Otro ascendido es Iñigo Méndez de Vigo. Retiene Educación y Cultura y será el nuevo portavoz del Gobierno. Es un político de talante conciliador acreditado durante el tiempo que lleva de ministro intentando la deconstrucción de la repudiada Ley Wert sin que la operación haya derivado en polvorín político. Era previsible la continuidad de Luis de Guindos y menos la de Cristóbal Montoro dado que él mismo había comentado que quería volver al sector privado. En apariencia gana de Guindos, pero al nombrar ministro a Nadal, próximo a Montoro, la cosa se equilibra. Resulta llamativo que los perdedores de la crisis -por cesantes-, hayan sido García Margallo y Fernández Díaz, ministros que pasaban por ser amigos del Presidente. La caída de éste último estaba cantada tras ser reprobado por toda la oposición por el asunto de las escuchas que revelaron maquinaciones «non sanctas» contra dirigentes políticos rivales. A García Margallo le puede haber perjudicado alguna indiscreción en la que sugería estar dispuesto relevar a Rajoy caso de que Ciudadanos hubiera exigido que el PP presentara otro candidato a la investidura. Su sustituto, Alfonso Dastis es un diplomático profesional sin perfil político. Todo lo contrario de Margallo. A Dolors Montserrat podría haberla nombrado Albert Rivera. Al nombrar a Juan Ignacio Zoido ministro del Interior, Rajoy apuesta por la seriedad. Ha sido juez antes que alcalde y tiene fama de hombre afable y campechano. En la elección de Iñigo de la Serna, un político joven, con ambición y cabeza bien amueblada, quizá se atisba por parte de Rajoy un señalamiento de delfín. Sabido que el PP está en minoría en el Congreso habrá que esperar para saber si este es el Gobierno que España necesitaba en estos momentos. Hay elementos para la duda.

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