Antonio Casado – Los dilemas del PSOE


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Entre los socialistas avanza imparable la tesis de que tanto el «no» como la «abstención» suponen la continuidad del candidato del PP en Moncloa. Con una diferencia: la abstención dejaría a Rajoy a los pies de los caballos, frente a una mayoría parlamentaria hostil, mientras que el «no» daría paso a una terceras elecciones cuyo resultado no se quedaría en pasar «un mal rato» (Patxi López dixit), pues el candidato del PP saldría con fuerza redoblada y el P PSOE estaría al borde de la irrelevancia política.
¿Eso quieren los partidarios en «no»?

El argumento los descalifica, cuando acusan a los partidarios de la «abstención» de facilitar la continuidad en el poder del partido de la corrupción, la mentira, los recortes y la desigualdad, según el discurso de Pedro Sánchez. Pero está suficientemente fundado que el «no» daría lugar al riesgo de reforzar, tras una nuevo paso por las urnas, a quienes han creado las condiciones para que los españoles sigan gobernados por el partido de la corrupción, la mentira, los recortes y la desigualdad.
Por eso el presidente de la comisión gestora, Javier Fernández, siempre maneja la ecuación que permite elegir uno de sus dos términos: Gobierno de Rajoy en mayoría vigilada (resultado de una abstención de los diputados socialistas) o un gobierno de Rajoy con mayoría absoluta o muy sobrada (resultado de un eventual voto «no» de dichos diputados).
Ese balón lo acaba de rematar la vicepresidenta del grupo parlamentario socialista de Estrasburgo, Elena Valenciano, cuando declara que «prefiero un Mariano Rajoy debilitado que uno reforzado tras nuevas elecciones», convencida de que de las urnas saldría «más Rajoy, más PP y menos PSOE».
Entretanto, no cesa el ruido en torno a la minoría de diputados socialistas que parecen decididos a votar «no», «diga lo que diga el Comité Federal», según muletilla utilizada por el reconfirmado líder del PSC, que habla en nombre de los siete diputados de Cataluña. También la utiliza la diputada aragonesa, Susana Sumelzo, mientras que la independiente, Margarita Robles, está a la espera de que saber si el cambio de postura apadrinado por la comisión gestora, a favor de la abstención, resulta suficientemente motivado.
En todo caso, la dichosa muletilla es una falta de respeto a los diputados que hasta la caída de Pedro Sánchez se sentían incómodos en el «no» pero se atenían al mandato de la Comité Federal. Sin que se les pasara por la cabeza romper la disciplina de voto. Como sí podría ocurrir ahora con los diputados catalanes y, tal vez, en casos puntuales de diputados que rechazarían el mandato del Comité Federal si no se ajusta a su particular saber y entender. O, peor aún, a sus intereses. O los de sus respectivos barones regionales, cuyas poltronas pueden estar amenazadas por sus aliados, como en el caso de Podemos en ciertas Comunidades Autónomas.

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