Antonio Casado – PSOE: espadas en alto


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

Es alto el riesgo de columpiarse cuando todo está abierto entre bastidores, en vísperas del Comité Federal del PSOE convocado por la permanente de la Ejecutiva para el sábado que viene. La incertidumbre alcanza incluso al hecho mismo de la celebración de dicho cónclave.
Quiero decir que, si cuajan algunas maniobras en la sombra, alentadas por el sector opuesto a Pedro Sánchez, podría no celebrarse dicha reunión. O llegar a la misma con la «vacante» del secretario general si la mitad más uno de sus miembros dimitieran en las próximas horas.
Si Sánchez supera esa meta volante, llegaría igualmente con la pólvora mojada a la cita del sábado en el CF. Allí pueden ocurrir tres cosas. Una, que se acepte sin votación su propuesta (primarias el 23 de octubre, congreso el 2-3-4 de diciembre). Dos, que se vote y salga adelante con apoyo de los «pedristas». Y tres, que la propuesta sea derrotada por los críticos.
En las dos primeras hipótesis, lo previsible es que alguien diera el paso de presentarse a las primarias para competir por la secretaria general con Pedro Sánchez (¿Susana Díaz?, puede ser, ha dicho que está a disposición del partido). La tercera de las hipótesis es la apuesta de los críticos: derrotar la propuesta de Sánchez y, en consecuencia, provocar la dimisión de Sánchez.
Pero Sánchez ya ha dicho que no dimitirá aunque la propuesta sea derrotada. En ese caso, los críticos activarían la previsión del artículo 36 de los Estatutos. Consiste en presentar una moción de censura a petición de al menos el 20 % de los miembros del CF y someterla a votación de sus casi trescientos miembros.
Si esa moción de censura prosperase por mayoría absoluta -formalmente no es una reprobación al secretario general sino a la Ejecutiva, que le incluye-, Sánchez tendría que irse, se crearía una comisión gestora y el Comité Federal convocaría un congreso de borrón y cuenta nueva.
Como vemos, lo que se ventila es el sí o el no a Sánchez, aunque éste y su equipo se empeñen en seguir presentado la crisis como un debate sobre el «no» o la «abstención» a Rajoy. Incluso la declaración de Felipe González sobre la pista falsa que le dejó Sánchez («me dijo que se abstendría en segunda votación», no es tanto una defensa de la «abstención » de los 85 diputados, sino un ataque directo al liderazgo de Sánchez.
Por ahí van también los críticos. Saben que carecen de discurso para hacer una defensa tardía de la «abstención» al candidato del PP porque en su día apoyaron el «no». Por eso orientan el debate hacia el destronamiento del secretario general, en base a sus fracasos electorales. Y por eso a Sánchez no hay quien le saque de que el debate es entre «abstención» y «no». Es decir, Rajoy, sí o Rajoy, no. En esa simpleza se basa su encañonamiento a los llamados «críticos». PSOE: ESPADAS EN ALTO

Antonio Casado

Es alto el riesgo de columpiarse cuando todo está abierto entre bastidores, en vísperas del Comité Federal del PSOE convocado por la permanente de la Ejecutiva para el sábado que viene. La incertidumbre alcanza incluso al hecho mismo de la celebración de dicho cónclave.
Quiero decir que, si cuajan algunas maniobras en la sombra, alentadas por el sector opuesto a Pedro Sánchez, podría no celebrarse dicha reunión. O llegar a la misma con la «vacante» del secretario general si la mitad más uno de sus miembros dimitieran en las próximas horas.
Si Sánchez supera esa meta volante, llegaría igualmente con la pólvora mojada a la cita del sábado en el CF. Allí pueden ocurrir tres cosas. Una, que se acepte sin votación su propuesta (primarias el 23 de octubre, congreso el 2-3-4 de diciembre). Dos, que se vote y salga adelante con apoyo de los «pedristas». Y tres, que la propuesta sea derrotada por los críticos.
En las dos primeras hipótesis, lo previsible es que alguien diera el paso de presentarse a las primarias para competir por la secretaria general con Pedro Sánchez (¿Susana Díaz?, puede ser, ha dicho que está a disposición del partido). La tercera de las hipotesis es la apuesta de los críticos: derrotar la propuesta de Sánchez y, en consecuencia, provocar la dimisión de Sánchez.
Pero Sánchez ya ha dicho que no dimitirá aunque la propuesta sea derrotada. En ese caso, los críticos activarían la previsión del artículo 36 de los Estatutos. Consiste en presentar una moción de censura a petición de al menos el 20 % de los miembros del CF y someterla a votación de sus casi trescientos miembros.
Si esa moción de censura prosperase por mayoría absoluta (formalmente no es una reprobación al secretario general sino a la Ejecutiva, que le incluye-, Sánchez tendría que irse, se crearía una comisión gestora y el Comité Federal convocaría un congreso de borrón y cuenta nueva.
Como vemos, lo que se ventila es el sí o el no a Sánchez, aunque éste y su equipo se empeñen en seguir presentado la crisis como un debate sobre el «no» o la «abstención» a Rajoy. Incluso la declaración de Felipe González sobre la pista falsa que le dejó Sánchez («me dijo que se abstendría en segunda votación», no es tanto una defensa de la «abstención » de los 85 diputados, sino un ataque directo al liderazgo de Sánchez.
Por ahí van también los críticos. Saben que carecen de discurso para hacer una defensa tardía de la «abstención» al candidato del PP porque en su día apoyaron el «no». Por eso orientan el debate hacia el destronamiento del secretario general, en base a sus fracasos electorales. Y por eso a Sánchez no hay quien le saque de que el debate es entre «abstención» y «no». Es decir, Rajoy, si o Rajoy, no, En esa simpleza se basa su encañonamiento a los llamados «críticos».

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