No te va a gustar – «Y ¿por qué no?»


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Eso es lo que Pedro Sánchez ha escrito en su perfil de WhatsApp: «¿Y por qué no?». El secretario general del PSOE mantiene un silencio bastante hermético en los últimos días, pero esa frase ha sido interpretada, dicen sus próximos que correctamente, como que no descarta presentar su candidatura a la investidura, al frente de un conjunto heterogéneo de fuerzas de izquierda, nacionalistas y separatistas, suponiendo que Mariano Rajoy vuelva a desdeñar presentarse si no consigue los apoyos necesarios. Así andan las cosas a poco más de veinticuatro horas de que el Rey llame a consultas a los todavía cuatro aspirantes a hacerse con el sillón de La Moncloa: Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y, a su peculiar modo, Pablo Iglesias. Claro, todo está en condicional cuando escribo: «si sucede tal cosa, entonces ocurriría esta otra, pero si se da lo de más allá, pues en ese caso lo que sucedería sería….»

Yendo de menor a mayor, parece claro que Pablo Iglesias aguarda una oportunidad futura, refrenando de momento sus impulsos de trapecista político, para llegar al Gobierno de la nación. Tal vez piense que aún podrá pactar con el PSOE «si» Sánchez, en otra pirueta, acaba tirándose al ruedo de la investidura «si» Mariano Rajoy no se lanza a la aventura. Así que todo sigue dependiendo de «si» Rajoy logra convencer a Ciudadanos de que le vote a favor -por el momento, no lo ha logrado- y al PSOE de que se abstenga -que lo ha conseguido aún menos– para que su investidura pueda salir adelante. Pero la verdad es que el presidente en funciones ni ha producido aún un papel programático digno de tal nombre para negociar con las otras fuerzas ni ha creado siquiera una comisión negociadora. Ni, menos aún, ha convocado un congreso de su partido para proceder, en su caso, a la sustitución de los órganos rectores, quizá empezando por él, que es un obstáculo para la negociación, incluido en el paquete a reemplazar; lo que es, por cierto, algo que nadie plantea públicamente en el PP.
De Albert Rivera sabemos que sigue anteponiendo el veto personal a Rajoy para dar el «sí» a un pacto con el Partido Popular. Tiene derecho a hacerlo, sin duda, pero resulta poco pragmático, dado que quien ganó las elecciones de hace un mes fue Rajoy, mientras que el presidente de Ciudadanos perdía algunos, aunque pocos, apoyos. También sabemos de él que se negará a integrarse en cualquier Gobierno en el que esté Podemos, de manera que, «si» el PSOE sigue pensando, «¿por qué no?», en intentar un tripartito encabezado por Sánchez en el que estén Rivera e Iglesias, que se vaya olvidando: tendrá que tirar, además del respaldo de Podemos, del del PNV, del Partido Demócrata Catalán y hasta de Esquerra Republicana, que es algo que ya le prohibió el comité federal socialista, aunque ahora vaya usted a saber dónde se colocarían las famosas líneas rojas.
O sea, que, si bien se mira, estamos exactamente igual que cuando, el 20 de diciembre, conocíamos los resultados de las elecciones que nos llevaron a estar seis meses -ya son siete- con un Gobierno en funciones. Así, imposible cumplir los planes del calendario de Rajoy, consistentes en celebrar la sesión de investidura en los primeros días de agosto, para tener ya formado un Gobierno con el que irse tranquilamente de vacaciones. No sé «si» se irán el presidente y los otros tres protagonistas de esta tragicomedia de vacaciones o «si» seguirán jugando al diálogo con sus teléfonos rojos, a ver «si» en septiembre… Pero ninguna voluntad se ve, al menos por lo que trasciende en público, de avance sobre las posiciones fosilizadas de los cuatro.
Y ya han comenzado este martes las consultas del Rey, de quien un ministro –¡un ministro!- ha llegado a decir que no puede «borbonear» en este trámite, signifique eso lo que signifique: menudo favor le están haciendo los políticos al jefe del Estado. Este jueves es la ronda clave de consultas, el día «D» para saber «si» tendremos un principio de acuerdo que nos permita intentar la investidura -con Rajoy presentándose a ella, claro- en la primera semana de agosto. Hoy por hoy, no tenemos ningún elemento que nos permita pensar en que alguien inicie un viraje sobre sus posiciones. Y tenemos un sondeo, publicado por un periódico, que indica que, «si» hubiese que llegar a esas temidas terceras elecciones -ya yo ni las temo: estoy llegando al fatalismo–, un cuarenta por ciento de los españoles se abstendría de ir a votar, total para qué. Pocos me parecen…
Ya digo: poco más de veinticuatro horas nos quedan para recibir alguna buena noticia o, por el contrario, seguir con la carrera hacia el abismo.
Y hacia el aventurerismo: sí, «y ¿por qué no?».

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