Fermín Bocos – Lo que está en juego


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Desde la restauración de la democracia nunca habíamos tenido unas elecciones en las que era tanto lo que estaba en juego. La alternancia en el poder entre el PSOE (21 años) y el PP (algo más de 12) fue cambiando las caras de los gobernantes, los estilos de gobernar y el signo político del BOE pero en lo esencial: la forma política del Estado, la separación de poderes y las reglas democráticas de juego, no cambiaban. O eran cambios coyunturales fruto de malas praxis que eran combatidas por el contrapeso de una Prensa plural comprometida con los valores constitucionales al margen de los sesgos partidistas. Durante los últimos 30 años ninguno de los dos partidos hegemónicos, ni tampoco sus socios de circunstancias: los nacionalistas catalanes de CiU, partido que ejercía de bisagra, pretendieron cambiar la forma política del Estado, ni alterar la indisoluble unidad de la Nación española consagrada por la Constitución, ni modificar la separación de poderes que es la garantía en la que se fundamenta todo Estado de derecho que tiene como fin asegurar el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. A lo largo de las sucesivas legislaturas los respectivos gobiernos (González, Aznar, Zapatero, Rajoy) impulsaron reformas y dictaron leyes y normas que, con mayor o menor acierto, han contribuido a la modernización del país, favoreciendo el fortalecimiento de las clases medias y tratando de paliar el riesgo de exclusión social de las capas menos favorecidas de la sociedad manteniendo los pilares básicos del Estado del bienestar. Es verdad que de la crisis financiera (2008) actúo como un tsunami devastador que se llevó por delante derechos laborales y aparejo recortes en prestaciones sociales y una laminación generalizada de salarios. Millones de ciudadanos perdieron el empleo (seguimos teniendo un 20% de paro) y las expectativas de encontrar trabajo son escasas para los jóvenes y nulas para los adultos de más de 50 años. Las tropelías llevadas a cabo por algunas cajas y bancos(auténticas estafas con productos tóxicos como las preferentes) y los desahucios han sido el rostro cruel de la crisis. Es mucha la gente se ha quedado por el camino y vive en el umbral de la pobreza. También ha sido mucha, torrencial, la ristra de casos de corrupción protagonizados por políticos. En ese caldo de cultivo, la ira de los náufragos de la crisis se ha proyectado contra los políticos y los partidos tradicionales. De ese estado de cosas ha sacado ventaja Podemos.
Un movimiento populista timoneado con arrogancia e imaginación por un núcleo de dirigentes comunistas fogueados en los platós de televisión puestos sospechosamente a su disposición por empresarios conservadores. Han sabido aprovechar la decadencia del PSOE para intentar hacerse con el liderazgo de la izquierda. Algunos de sus proyectos son inquietantes: control político los de jueces y las fuerzas policiales; celebración de una consulta soberanista en Cataluña; fiscalidad asimétrica; salida de la OTAN, etc. Las encuestas les avizoran un gran resultado. Antes de acudir a votar sería recomendable que todos nos paráramos a reflexionar qué es lo que nos jugamos el domingo.

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