Victoria Lafora – Con la que está cayendo…


Con un sistema de pensiones sobre cuyo mantenimiento, en función de los acuerdos adoptados en el Pacto de Toledo, Mariano Rajoy afirma estar seriamente preocupado… Habida cuenta del ritmo con que se está tirando de un Fondo de Reserva que difícilmente aguantaría más allá del 2028…
Con la deuda española superando, por primera vez en un siglo, los 1.095 billones de euros, o sea el cien por cien del Producto Interior Bruto…
Con un sistemático incumplimiento de los objetivos de déficit que va a costarle muy caro a España, más o menos unos 2.500 millones de euros sin contar con la multa con que Bruselas nos amenaza por ese incumplimiento. Multa que -no se sabe bien por qué- se ha aplazado hasta después de las elecciones del 26 de junio.
Con la imposición de la UE de efectuar recortes del gasto por valor de de unos 8.000 millones de euros… Con una alarmante precariedad laboral y un manifiesto aumento de la desigualdad… Con las vergonzosas noticias sobre corrupción que, día sí y día también, inundan los medios de comunicación…
Sí; con todo esto que nos está cayendo encima a los españoles, resulta que, durante esta última semana, la preocupación de nuestros políticos ha estado centrada en si se podía o no se podía acudir al estadio Calderón, al encuentro del la Copa del Rey entre el Sevilla y el Barcelona, con señeras esteladas. ¡Menudo disparate!

Ciertamente, la señora delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, ha levantado una estúpida polvareda, avivando un conflicto que parecía adormecido, y volviendo a dar pábulo al victimismo nacionalista. En realidad no está claro si se trata de una monumental torpeza o si, sibilinamente, es una táctica más con la que fabricar una cortina de humo frente a noticias como las anteriormente expuestas.
Pues bien, de una u otra manera, el tiro parece haberle salido a Dancausa por la culata, y su única salida -medianamente digna- después de que el juez de lo contencioso-administrativo número 11 de Madrid, haya suspendido la orden de la Delegación, corrigiendo al Gobierno y permitiendo acudir al estadio con «esteladas», sería la de una dimisión o su cese fulminante.
Porque el domingo por la noche, y si no al tiempo, el campo de fútbol de la rivera del Manzanares va a ser un ondear del emblema independentista y de pitidos al himno nacional. Para regocijo del president Puigdemont y de la alcaldesa Ada Colau. Quienes, ahora sí, acudirán al palco junto a Felipe VI. Ya solo falta que ambos inviten a Arnaldo Otegui a acompañarles envueltos todos ellos en la estelada.

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