Fernando Jáuregui – Esto va a salir de cine. O no…


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Entre rueda de prensa y rueda de prensa, en las que los grandes protagonistas se han quedado reducidos a tres -Sánchez, Iglesias y Rivera, que tienen «copado» el Congreso de los Diputados, porque el poder legislativo está en funciones, o sea, de vacaciones y de algo tiene que servir la Cámara Baja–, en el horizonte informativo nos queda, menos mal, el cine. Confieso que estoy emocionado porque, por primera vez, he logrado que me inviten a la gala de los Premios Goya, este sábado, aunque mi alegría queda algo matizada por la sensación de que el acto pueda convertirse en el sucedáneo de un pre-mitin electoral: los tres políticos mentados, que no Mariano Rajoy -que ya anda como difuminado- han anunciado que asistirán a la muy cinematográfica gala, este año, menos mal, presidida por el actor, paisano y amigo Antonio Resines, uno de los valores morales y reales de nuestro séptimo arte.
Comentando la presencia de los tres tenores de nuestra política en la gala de los Goya, en la que no faltarán alusiones, sin duda, a la situación tan peculiar por la que pasamos, un miembro del «staff» de Ciudadanos bromeó diciéndome que «esto va a salir de cine». Así que le trasladé la broma a un amigo socialista, que está en el entorno privilegiado de Pedro Sánchez, y que, ya muy en serio, lo reiteró: «pues claro que esto va a salir de cine, y os vais a convencer hasta los escépticos».
Independientemente de que me parezca muy bien que los «pesos pesados» de la política, que por cierto son, los tres, emergentes -las «viejas guardias» ya no existen–, como varios de los directores/as que suenen para recibir la estatua con el cabezón de Goya, acudan a estos actos lúdicos, ciudadanos, lo cierto es que hasta yo, que siempre había preconizado, desde hace siete años, la conveniencia de un Gobierno de gran coalición para España, estoy empezando a creer que esto puede salir de cine. No sé si de cine fantástico, de terror, de acción, de la serie B a lo Reagan -que fue presidente, al fin y al cabo- o de amor más o menos verdadero. La película que se está rodando con los actores estelares Sánchez, Iglesias, Rivera y el secundario Rajoy, es, en todo caso, de enredo, y esperemos que tenga un final feliz.
Y ¿cuál es, para mí, un final feliz? Pues, teniendo en cuenta que ya hay casi que descartar esa gran coalición, con o, preferentemente, sin Rajoy, admitamos ese pacto entre el PSOE y Podemos -pero ¿quiere Podemos de veras participar en este «thriller»?–, con la anuencia del PNV y, desde luego, de IU. En la segunda vuelta de la investidura pueden salir los números, si los de Esquerra se largan a la hora de la votación a tomar un café, quizá acompañados de sus socios de Democracia i Llibertat, ex Convergencia. No sé si este apaño será tolerable para los «barones» socialistas, que no hacen otra cosa que mirar de reojo, como en las películas de Boris Karloff, al «chico», que es el galán apuesto y que acaba casándose con la chica -sea quien sea la chica en este caso–.
Pero, y lo digo sin el menor asomo de ironía, puede que a los intereses de España convenga que, de alguna manera, nacionalistas y separatistas estén, más o menos directamente, en este ajo: mientras no se traspasen las «líneas rojas», es decir, el referéndum de autodeterminación -que, por cierto, seguro que ganaríamos los antiindependentistas–, todo bien. Conviene que PNV, que está dando muestras de constante sensatez en esta época de Urkullu, los de Mas/Puigdemont, los seguidores de Ada Colau -que tampoco son independentistas, aunque sí favorezcan la consulta en Cataluña- y hasta los de Esquerra, convivan con un Gobierno de cambio y para el cambio, siempre y cuando esa situación, que ha de aprovecharse para las grandes reformas, no se prolongue más allá de dos años, que es lo que podría, como mucho, durar la Legislatura.
¿Y el PP? Pues puede aprovechar este tiempo para renovarse, regenerarse y contribuir, desde una dorada oposición, a no impedir esos cambios, pero procurando, eso sí, que no se salgan de madre. Que para eso tiene más diputados que nadie en el Congreso y muchísimos más senadores que nadie en la Cámara Alta. Hay que evitar que esta película, que yo anunciaría con una reproducción de «el abrazo» de Genovés, sea de «buenos» y «malos»

Ya sé que esta que delineo no es la situación ideal. No lo es, al menos, para mí. Pero qué quiere que le diga: ¿queda otro remedio? Y, si no, que venga el gran Resines y lo arregle, como ha arreglado, para bien, la academia del Cine.

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