Antonio Casado – España, por el «sí»


MADRID, 2 (OTR/PRESS)

El baile griego del «sí» o «no» se cuela en el precalentamiento de los partidos políticos españoles en su disputa por el Palacio de la Moncloa. Más que responder a la inquietud de la opinión pública nacional, por aquello del posible contagio a una economía tan vulnerable como la nuestra, lo que hacen es apedrearse entre sí. Pensando en lo de acá por cuenta de lo de allá.
Así hemos visto a Rajoy establecer odiosas comparaciones entre el PSOE y Syriza, sobre la endeble base argumental de recientes pactos socialistas con el partido de Pablo M. Iglesias. Que se sepa, el contenido de esos pactos afecta a la regeneración política, el funcionamiento de los servicios públicos a escala autonómica o local y otros aspectos de la gestión. Pero ni por asomo la política europea o las relaciones con Grecia han sido objeto de pacto entre esos dos partidos de la izquierda cuya convergencia teme muy mucho en el PP cuando llegue la hora de completar una mayoría de gobierno tras las elecciones generales.
No es el presidente del Gobierno el único que hace electoralismo doméstico por cuenta de la crisis griega. También hemos oído a Pedro Sánchez (PSOE) pidiendo al Gobierno una posición más constructiva sobre el problema o a Albert Rivera (Ciudadanos) acusando en la misma tacada a Iglesias y Rajoy de «localistas y poco europeos». O sea, que vale todo para que no decaiga el tono electoral de cuanto ocurre y ocurrirá en la política española a lo largo de los meses que faltan para las generales.
Sin embargo, la crisis griega acerca más de lo que parece a la clase política española cuando se objetiva el problema. Si nos atenemos a las franjas de votantes que representan los distintos partidos, los españoles se pronunciarían abrumadoramente a favor del «sí» en el referéndum del domingo que viene. Si en vez de españoles fueran griegos, claro. Solo Podemos e IU celebran la insumisión del Gobierno Tsipras.
Es evidente, pues, que la inmensa mayoría de los españoles están a favor de la Grecia europea que, como otros países socios del club, debería aceptar de buen grado el programa de reformas propuesto por Bruselas. Pero esa mayoría no se visibiliza porque sus dirigentes se dedican a pelearse por razones electorales. Lo malo es que las querellas verbales entre ellos les distraen de molestarse en responder a las inquietudes de los muchos ciudadanos que temen el efecto contagio.
A los dirigentes españoles se les ha olvidado explicar cómo nos puede afectar el desenlace del referéndum del domingo. Como europeos, pero sobre todo como parte de esa Europa vulnerable que atrae a los tiburones financieros cuando huelen sangre. Ya se sabe que la inestabilidad y la incertidumbre forman el caldo de cultivo ideal de los movimientos especulativos, aunque en este caso han decidido esperar al lunes. Nadie garantiza el retorno de la estabilidad aun en la mejor de las hipótesis, que sería el triunfo del «sí». Así que crucemos los dedos hasta el recuento del domingo por la noche.

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