Carlos Carnicero – El dedo del dios Rajoy.


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

La humillación es el peor de los castigos psicológicos porque sitúa a la víctima en el ojo de todo el mundo. El humillado soporta la mirada de quienes necesariamente le pierden una parte de respeto. Mariano Rajoy no oferta disimulos cuando necesita o quiere humillar a un subordinado.
El proceso de designación de los candidatos del PP en Madrid ha sido especialmente humillante y todavía no ha terminado. El presidente del PP y del Gobierno anunció los candidatos al ayuntamiento y a la comunidad de Madrid coincidiendo en el tiempo con nuevas noticias sobre el ático que Ignacio González tiene en Marbella. Esas noticias antiguas de irregularidades nunca demostradas, erosionaron la imagen del actual presidente de la Comunidad y desataron especulaciones sobre si finalmente sería candidato. En ese clima, que había puesto a González en la picota, se ha producido el sobresalto de la designación de Cristina Cifuentes en la disputa de la comunidad.
Los designios de Rajoy tienen lógica demoscópica. Una vez defenestrado Tomás Gómez, en un acto excepcional para evitar que el PSOE rozará el ridículo en la carrera por la presidencia, la aparición de Angel Gabilondo en la candidatura del PSOE descuadró las cuentas de Pedro Arriola, feliz con la posibilidad de un nuevo duelo entre Esperanza Aguirre y Tomás Gómez.
Cristina Cifuentes, probablemente, es la dirigente del PP que menos rechazo genera entre los que no pensaban votar al PP. La actual delegada del Gobierno en Madrid tiene voluntariamente un perfil bajo. No ha mostrado deseo ni inquietud por ocupar plaza electoral. Y con los años se guardan siquiera las formas. Mariano Rajoy no se ha molestado en disponer la liturgia en circularizar ocupar plaza eleños y la experiencia acumulada ha madurado políticamente.
Todo lo anteriormente expuesto se produce en un clima de deconstrucción del sistema de partidos. Las encuestas indican que el bipartidismo se ha multiplicado por dos, con fuerzas emergentes que están en empate técnico con los grandes partidos tradicionales.
La novedad que esperaba la ciudadanía está representada por Albert Rivera y Pablo Iglesias. El primero genera deseo porque está tocando una partitura afinada de esperanzas, de nuevas situaciones. El líder de Podemos reúne a la frustración y al rechazo. Y ese combustible necesita de las dosis de realismo que Rivera ya ha puesto en circulación.
¿Por qué Rajoy oferta sin disimulo su cesarismo? Eso indicaría, porque Rajoy no da puntada sin los hilos de Pedro Arriola, que en el vademécum de descontentos de los ciudadanos con los partidos, no pesa tanto, todavía, la exigencia de democracia interna.
No se guardan siquiera las formas. Mariano Rajoy no se ha molestado en disponer la liturgia de una reunión de la dirección del partido para dar formalidad a los nombramientos para que adquirieran cierta imagen de elección democrática. No le hace falta. Se puede colegir que Rajoy necesita ejercer su mando omnímodo. Y que ahora se dispone a desmontar el monopolio de poder que tiene Esperanza Aguirre que se ha apresurado a revolverse contra esa posibilidad.
Los pronósticos electorales no pueden ser más apasionantes. Cuatro partidos separados por una distancia máxima de cuatro puntos.
Sostengo que las encuestas actuales tienen muchas intenciones ocultas. Son, en muchos casos, la ocasión de desahogo de quienes son preguntados para expresar un estado de ánimo que no es necesariamente una intención de voto.
El proceso electoral de Madrid promete ser arrebatador. Angel Gabilondo, sin que probablemente él lo sepa, es la reencarnación actualiza de don Enrique Tierno Galván. El viejo profesor elevo la condición de Madrid a ciudad culta, atrevida y abierta. La caspa que ha esparcido el PP sobre la capital de España merita una oferta de renovación que el tándem Carmona&Gabilondo pueden desatar.
La cuasi desaparición del partido de Rosa Diez, la eclosión de Ciutadans y Podemos pueden motivar una exigencia de transparencia y participación en los militantes.
Tengo la impresión de que vamos a ser testigos de un gran proceso de transformación de los sistemas políticos. Las redes sociales van a imponerse. Los militantes podrán participar -en algunos casos ya lo hacen- a través de consultas en las redes. Y la democracia se va a acercar a los ciudadanos como nunca antes había ocurrido.
Pedro Sánchez se ha adelantado con una propuesta importante porque es el anuncio a la renuncia de una parte importante del control de su partido. Si las listas se desbloquean y personalizan, las oligarquías de los partidos perderán el poder que hasta ahora ejercían. En ese escenario de listas abiertas, Mariano Rajoy ya no podrá ejercer el poder y manejar la humillación con el desparpajo que lo hace ahora.

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