Pedro Calvo Hernando – Andalucía, el reto y el camino


MADRID, 3 (OTR/PRESS)

Esa encuesta que publicaba «El País» sobre las elecciones andaluzas del 22 de marzo encierra más claves de las que parece a simple vista. Pero las más elocuentes son las que pregonan el hundimiento del PP en Andalucía y la recuperación del PSOE como primera fuerza, pese a su pérdida de varios puntos respecto de los comicios de tres años atrás. Por supuesto, la irrupción de Podemos y Ciudadanos va a marcar la configuración de un mapa político muy distinto a lo que venía siendo tradicional. Empezando por el hecho de que no podrá gobernar un partido en solitario, ni tal vez tampoco en coalición con otro, sino que sería quizá necesario el pacto poselectoral de tres de ellos. Desde el punto de vista democrático, ello representa un avance y una ventaja, aunque venga a complicar mucho la vida de los partidos y de la gobernanza. A primera vista, parece imposible que el PP pueda gobernar, ya que el pacto con Ciudadanos no le llegaría ni de lejos a una mayoría suficiente. El partido de Albert Rivera tendría la tentación de entenderse con el PSOE, pero la fórmula tampoco alcanzaría, desde luego a la mayoría absoluta, a no ser que ambos obtuvieran el tramo alto de la horquilla, y raspando.
Es evidente que la estabilidad política de verdad solo se conseguiría con una coalición PSOE-Podemos, que alcanzaría la mayoría absoluta incluso en lo más bajo de la horquilla, 58 diputados, estando situada tal mayoría en los 55. Muy posiblemente no les va a quedar otra alternativa a los partidos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, por muy poco que a los dos les guste o por mucho que Susana Díaz haya asegurado que no pactaría con Podemos. No podrían dejar en barbecho ni la gobernabilidad ni la estabilidad, entre otras cosas porque Susana rompió el Gobierno con IU alegando inestabilidad. El desenlace supondría además un anticipo de lo que tendrá que ocurrir en otras autonomías o grandes Ayuntamientos, como por ejemplo Madrid, donde el panorama de la izquierda está todavía más liado. La ventaja en Madrid es la presencia de Angel Gabilondo y del poeta Luis García Montero, que pueden ser un buen revulsivo para una estrategia unitaria de toda la izquierda, la de siempre y la nueva. Tal vez ahora dirán que no, pero a la hora de la verdad es inverosímil que perseverasen en la negativa, sobre todo si esta supusiera la entrega del poder a la derecha. El síndrome Extremadura fue lo bastante estúpido como para reincidir por lo grande.

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