La semana política que empieza – Dos discursos.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Mariano Rajoy entra en la semana que marca el tercer aniversario del inicio efectivo de su Gobierno encarando ya un largo fin de la Legislatura. Va a ensayar nuevos modos, medidas más «populares», para preparar las elecciones que tendrán lugar en 2015, primero las municipales y autonómicas, luego, quizá las catalanas y quién sabe si las andaluzas y, por fin, las generales de noviembre. Por ello, porque encaramos ya una recta final que durará todo un año, es esta que comienza una semana importante, con dos discursos que pueden ser relevantes: el del Rey en la Nochebuena y el del presidente en la rueda de prensa con la que, presumiblemente, pondrá fin al curso político el viernes. Tanto el jefe del Estado como el del Gobierno marcarán esta semana, se piensa, las pautas que van a caracterizar un año, 2015, necesariamente lleno de acontecimientos.
Existe, como siempre ocurre, un gran hermetismo acerca del contenido del mensaje de Nochebuena de Felipe VI. Pero hay muchas esperanzas y una enorme expectación ante lo que el Rey pueda decir en esta su primera comparecencia navideña ante las cámaras de televisión, cuando acaba de cumplir seis meses en el trono. No voy, desde luego, a especular con lo que el Monarca vaya a decir a los ciudadanos españoles, porque sería un intento vano y gratuito. Sí tengo, en cambio, algunos indicios de por dónde va a ir Mariano Rajoy en esta nueva comparecencia ante los medios, si es que finalmente se concreta, dado que hay «monclovitas» que piensan que el presidente, que no es precisamente un «fan» de los contactos con los periodistas, ya ha dado bastantes ruedas de prensa en los últimos tiempos. Pero parece que ahora triunfan en Moncloa otras tesis: hablar, dar la cara, explicar. Ciertamente, que Rajoy se preste a contactos con los «chicos de la prensa» no debería ser noticia, pero lo es.
Y es que Rajoy está lanzado ya a una especie de precampaña electoral personal. Ha nombrado a un nuevo portavoz del Gobierno, José Luis Ayllón, un diputado serio y solvente; va a definir, dicen, el papel de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, a la que, pese a su brillantez y competencia, no le faltan algunos críticos dentro del propio Ejecutivo, y va a anunciar algunas nuevas medidas económicamente beneficiosas para los contribuyentes, que somos todos. En más de una ocasión he reproducido el comentario que me hizo un alto cargo del PP, reconociendo que Rajoy «tiene que ser más simpático» con la gente de la calle. El propio presidente parece haber dado órdenes precisas a sus ministros para que mantengan más contacto con esa calle y con estos medios de comunicación. Su hermetismo le ha deparado mayores dosis de impopularidad que la corrupción, estiman algunos asesores presidenciales.
Por otro lado, me dicen que ni al Rey ni al presidente les preocupa excesivamente el auge que las encuestas ofrecen a Podemos. Ambos piensan, parece, que el «boom» es pasajero. Pero, en el caso de Rajoy, se opina que la irrupción del partido que lidera Pablo Iglesias afecta a la recomposición de la izquierda, no al centro -que registra sus propias batallas internas entre UPyD y Ciudadanos- ni a la derecha. Que sean Pedro Sánchez o Alberto Garzón quienes se enfrenten al fenómeno Podemos, que este domingo irrumpió con voz propia en ese avispero político que es Cataluña, piensan en La Moncloa.
No hay, por lo demás, que esperar grandes anuncios-sorpresa procedentes del inquilino de La Moncloa. Inútil intentar atisbar en el rostro impasible de Rajoy gestos de preocupación ante posibles conmociones secesionistas o ante previsibles catástrofes electorales en las elecciones de mayo. Rajoy va a insistir en que agotará la Legislatura y en que será él, y ningún otro, quien encabece la candidatura del PP a la presidencia. Llegó hace tres años a la sesión de investidura presumiendo de ser un político «previsible». Claro que él no podía prever todo lo que ha ocurrido en este tremendo año 2014, en el que prácticamente no ha habido un solo día para el aburrimiento de los titulares de prensa; pero la verdad es que, básicamente, Rajoy ha hecho gran parte de lo que se esperaba de él. Moverse lo menos posible, pensando que así se calmará la vorágine a su alrededor. ¿Podrá mantener esa misma estrategia a lo largo de 2015? Seguro que no responderá a esa pregunta en su probable rueda de prensa del viernes con la que cierra este curso político, que ha sido de todo menos tranquilo.

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