Fermín Bocos – La medalla


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

La Junta que preside Susana Díaz ha retirado la Medalla de Andalucía a Isabel Pantoja. La noticia coincidió en el tiempo con el ingreso de la tonadillera en prisión. Que en cumplimiento de una sentencia firme por un delito probado de blanqueo de capitales, la señora Pantoja haya dado con sus huesos en la cárcel, a mi modo de ver, no necesariamente tendría que llevar aparejado el oprobio de la retirada de la mencionada medalla visto que la citada distinción fue otorgada tiempo atrás por sus innegables méritos como cantante y embajadora de un arte íntimamente unido al imaginario andaluz y a una de sus más arraigadas expresiones culturales. Cuando fue galardonada en el año 2002, Isabel Pantoja no era una delincuente. Su posterior conducta no anula los hechos ni méritos anteriores de su biografía pública. Desde esa perspectiva me parece fuera de lugar la retirada de la medalla. Una decisión que, probablemente, viene inducida por el clima de alarma social generada por la muy nutrida nómina de casos de corrupción cristalizados en delitos mayoritariamente cometidos por políticos.
La Junta se encuentra en aguas del Mar de los Sargazos intentando capear como puede el temporal mediático provocado por el caso de los ERES -el caso más escandaloso de corrupción de los últimos treinta año por la cuantía estimada de fondos «distraídos» o desviados hacia empresas y sindicatos- y parece urgida de gestos teatrales como éste. Despojar de la Medalla de Andalucía a la tonadillera más conocida de España, da titulares a la Prensa, abre tertulias en los programas de casquería televisiva y ofrece argumentos para desviar el campo de observación de la lupa del escrutinio ciudadano.
Y sale gratis porque en España la tribu periodística va perdiendo la buena costumbre de decir lo que la gente no quiere escuchar. Creo que quien ha decidido retirar el galardón ha querido asegurarse un titular en los periódicos porque a estas alturas de la película, nadie se acordaba de que a Isabel Pantoja le habían concedido la dichosa medalla. Al igual que en su día sucedió con Lola Flores (ingresó en prisión por escaquear al Fisco el equivalente a lo que hoy sería 300.000 euros) o como cuando la Justicia italiana mandó a la ergástula a la gran Sofía Loren por sus renuencias con el Fisco. En los dos casos se buscaba lanzar un mensaje pretendidamente ejemplarizante. A nadie se le escapa que en éste asunto hay un punto de hipocresía política.

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