Escaño Cero – «El arresto de Sócrates»


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

La detención de José Sócrates, ex primer ministro de Portugal, acusado de realizar «operaciones bancarias, transferencias y movimientos de dinero sin justificación conocida y legalmente admisible» ha sido un mazazo para la imagen del socialismo luso. A reserva del resultado de las investigaciones judiciales, la noticia salta las fronteras y trae a la memoria las andanzas de otro ex primer ministro, en esta caso el italiano Bettino Craxi, quien en el transcurso de un proceso abierto contra él -también bajo acusaciones de corrupción- optó por exiliarse a Túnez, país que por aquél entonces no tenía firmado tratado de extradición con Italia. Allí murió unos años después.
La buena o mala imagen de un político trasciende más allá de su persona, y, para lo bueno y para lo malo, alcanza al partido político al que pertenece. Está claro que el arresto de José Sócrates contamina al PSP (Partido Socialista Portugués), formación que hasta recibir el golpe encabezaba las encuestas en intención de voto para las elecciones legislativas que nuestros vecinos celebrarán el año que viene. Cuesta poco imaginar el estado de ánimo de su líder actual, Antonio Costa, que también es alcalde de Lisboa.
La Justicia portuguesa dirá lo que tenga que decir con arreglo al resultado de la investigación, pero el precio en imagen a pagar por la «marca» socialdemócrata es muy elevado. Y trasciende del ámbito portugués.
En el imaginario socialista-socialdemócrata, la probidad, la honradez e integridad de sus líderes, fue una exigencia histórica constante como resultado de un código no escrito que entendía que el mejor discurso era el ejemplo de la vida que llevaban los dirigentes del partido. Partiendo de la idea de que uno debe vivir como piensa para no acabar pensando cómo vive y visto que el poder ofrece todo tipo de ocasiones para cambiar de vida. A juzgar por el tipo de vida que José Sócrates llevaba en París donde había trasladado su domicilio, el ex primer ministro portugués, había incumplido esa norma. De hecho parece que el detonante del arresto habría sido la adquisición de una vivienda valorada en más de tres millones de euros, una cantidad que la Hacienda portuguesa estima muy por encima de los ingresos y recursos justificables de éste ex primer ministro que antes de dimitir había firmado la llegada de la «troika» y el rescate de Portugal. Sócrates llevaba un par de años participando en una tertulia de la a televisión pública portuguesa. Se presentaba como un hombre de recursos modestos que al dejar el Gobierno había tenido que pedir un crédito a un banco. Daba lecciones de austeridad. Una película que también hemos visto en España. En nuestro caso, protagonizada por el ex secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados. El tertuliano que tenía una cuenta millonaria en Suiza pero eso no le impedía predicar que había que apretarse el cinturón y ajustar los salarios.

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