Fernando Jáuregui – De aquello hace treinta y nueve años, Señoría


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

El veinte de noviembre venía siendo la fecha que recordaba que había pasado otro año más desde la muerte de Franco. Luego, Franco dejó, con perdón, de estar de moda, y el 20-N pasó a ser un día cualquiera, en el que se podían hasta hacer elecciones generales. Creíamos que Franco, que fue un señor a quien, en su vida política consciente, ya no tuvo que sufrir la mitad de los españoles, por fin había pasado a ser Historia y nada más que Historia. Por eso, me consta que, a lo largo de 2015, cuando se «conmemoran» los cuarenta años de la desaparición del dictador y el ascenso al trono de Juan Carlos I, aparecerá no menos de un centenar de libros recordando, a favor o, mayoritariamente, en contra, su figura. Ya no es motivo de enfrentamiento entre los españoles, sino de estudio casi entomológico: creo que hace muchos años que nos perdonamos entre nosotros y que enterramos aquello que dio en llamarse «la oprobiosa». Y, con ella, muchos agravios. La transición, la que yo considero «primera» transición, fue un pacto de convivencia entre el bando franquista y la oposición, democrática y radical. El resultado, a la vista está, fue bastante satisfactorio, con cuantas limitaciones y claroscuros usted quiera.
Por eso ha sorprendido tanto a tantos que ahora venga una juez argentina, llamada María Romilda Servini de Cubría, una magistrado bastante polémica en su país, por cierto, abriendo, en estos momentos, un «proceso contra los crímenes del franquismo»: quiere llamar a declarar, en calidad de detenidos, a nada menos que una veintena de personajes que ocuparon cargos de responsabilidad en el anterior régimen, para que respondan por esos «crímenes». Poco importa que hayan pasado cuarenta años, una amnistía, un olvido creo que afortunado y un enterramiento del nacional-revanchismo: el caso es que quiere que comparezcan ante ella todos los ministros que aún están vivos -cita incluso a un muerto, Antonio Barrera de Irimo- y hasta ha citado a Rodolfo Martín Villa, que no fue ministro con Franco, para que responda por sus «responsabilidades» en los sucesos de Vitoria de 1976. Una fecha posterior ya a la muerte de quien fue llamado el «Generalísimo» y un hecho en el que, para colmo, poco o nada tuvo que ver el señor Martín Villa, que llegó al Ministerio del Interior en julio de 1976, cuando los trágicos acontecimientos de la capital alavesa, que derivaron en la muerte de cinco manifestantes, sucedieron en marzo.
No me preocupan los dislates de una juez que busca notoriedad ante el aniversario que viene -este jueves, 20-N, hace treinta y nueve años que murió Franco, una efeméride que, si no hubiese sido por Servini, hubiera pasado tan desapercibida como en toda la última década–. Me preocupa mucho más que, en sede parlamentaria, un diputado al que valoro tanto como el peneuvista Emilio Olabarría, preguntase en el Congreso al ministro de Justicia las razones por las que el Gobierno «obstaculiza» la causa abierta por la juez Servini. Y no me preocupa tanto, aunque también, que otro diputado, este de Amaiur, insista sobre la cuestión. Hace bien el ministro Catalá en responder que esta solicitud de la magistrado bonaerense tiene «razones de índole política», por lo que parece improbable que la Audiencia Nacional la tome en consideración. Máxime cuando ha rechazado antes peticiones semejantes. Y cuando, claro está, la lógica impone parar los ímpetus justicieros de la juez, valga la redundancia.
A mí, la «índole política» de la causa abierta por Servini me parece clara. Y, espero que usted me entienda, me parece que no se trata ya aquí de defender o no al franquismo: al fin y al cabo, ya han desmontado al dictador de todas las estatuas, ecuestres o no, en las que estaba subido. Descanse en paz quien desde hace treinta y nueve años nos dejó descansar a nosotros. Pero sí se trata de impedir que la justicia sea, una vez más, un pitorreo al servicio del espectáculo. O de esas cosas tan raras que he escuchado argumentar desde su escaño, hace unas horas, al representante de Amaiur. ¿De verdad es al franquismo el problema, hoy, de los españoles? Ojalá lo fuese, porque significaría que no tenemos otros.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído