Luis del Val – Los intereses privados.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Ignoro si las lanchas de la Armada estuvieron desproporcionadas en su respuesta al acoso ilegal de Greenpeace, pero se supone que, como en cualquier asalto -me acuerdo de la valla de Melilla- no es suficiente con que a los asaltantes se les diga: «Por favor, dense media vuelta, tengan la amabilidad, pórtense bien». Si los guardias civiles se limitaran a ello, cada día pasarían cientos de subsaharianos por las vallas.
Pero lo que más me llama la atención es que, al pedir la comparecencia del ministro de Defensa para que explique la acción llevada a cabo por la Armada, tanto Coalición Canaria como el PSOE se escandalicen de que el Ejército estuviera defendiendo intereses privados. O sea, que cuando la Armada envía al Indico 16 buques para defender los intereses privados de los pesqueros españoles, no está defendiendo a nuestros compatriotas, sino a los intereses privados. Y cuando las lanchas defienden los intereses privados de los pescadores andaluces en Gibraltar, lo mismo. Y cuando la Policía detiene a unos tipos que están a punto de reventar la persiana de un comercio para entrar a robar, están protegiendo intereses privados ¡qué horror! Y no te digo nada los bomberos de Burgos que acudieron a defender los intereses privados de Campofrío, cuando se incendió la fábrica.
Me consta que el número de tontos contemporáneos alojados en los partidos políticos es muy alto, pero uno esperaba del PSOE que alguien revisara el argumentario, porque esa necedad de afear que la Armada defienda intereses privados es de aurora boreal, algo digno de alguien que esté en primer curso de Podemos, y diga a cada momento: «pupa, capitalismo».
Lo que hace grande a las democracias de Estados Unidos y de Gran Bretaña, y, en muchos casos, de Francia, es la determinación con la que defienden los intereses privados de sus ciudadanos por tierra, mar y aire. Defender a los ciudadanos es defender sus intereses y los intereses de los ciudadanos son privados. No son patrióticos, ni seráficos, ni fraternales. Privados. Y un Estado es un inmenso conjunto de intereses privados que se han unido, precisamente, para defender sus intereses, y eso es el interés común. Ni siquiera hay que leer a Moroni y a Rawls para entenderlo.

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