Escaño Cero – «El error de Rosa»


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

En el PP se frotan las manos. En el PSOE también. En las últimas convocatorias electorales UPyD venía quitando votantes a ambos partidos. Además en el Parlamento los diputados de la formación magenta se hacían escuchar y su voz estaba cada vez más en sintonía con la sociedad.
De repente aparece «Podemos» y empieza a marcar el paso a la política española y coloca a UPyD en tierra de nadie. Por eso cuesta comprender el error cometido por Rosa Díez al prescindir de mala manera del hasta ahora eurodiputado de UPyD, el profesor Sosa Wagner.
Rosa Díez debería de extremar el cuidado en cada paso que da, no solo ella, también el núcleo duro de su partido. Y en el caso de Sosa Wagner no han podido gestionar peor las discrepancias que mantenían con el profesor.
Rosa Díez viene de la cultura del PSOE, ya saben, el que se mueve no sale en la foto, ella misma lo vivió cuando optó por la disidencia dentro de las filas socialistas y terminó marchándose y fundando UPyD. A los partidos no les gustan los «versos sueltos» porque los que mandan carecen de cintura para aceptar y amparar a quienes tienen una opinión diferente.
Sosa Wagner tenía sus propias ideas, lo cual enriquecía a UPyD, y, seguramente también, buena parte de razón cuando señalaba el estilo personalista de Rosa Díez a la hora de dirigir el partido. Desde luego si había alguna duda Rosa Díez las ha despejado en la manera en que ha resuelto la crisis desatada, eso si, por el propio Sosa Wagner.
UPyD venía representando una alternativa para tantos y tantos ciudadanos que coincidía con muchas de las propuestas de este partido que sin duda ha sido hasta ahora una punta de lanza contra la corrupción y contra el bipartidismo que encarnan populares y socialistas.
El partido de Rosa Díez había venido siendo un soplo de aire fresco, y contaba, y cuenta, con gente de talla, como es Irene Lozano, como era el propio Sosa Wagner, y tantos otros. Yo les he visto trabajar en el Parlamento con seriedad y rigor, y las intervenciones de todos ellos siempre han estado cargadas de sentido común. Si me apuran diría que UPyD es un partido que le viene bien a nuestro país no porque pueda hacer un papel de bisagra, sino porque venía siendo la conciencia de los dos grandes partidos.
Rosa Díez ha logrado hacerse escuchar, que se atienda con respeto e interés cuanto propone y dice. Se ha venido ganando eso que se llama la «autoritas» en política como en la vida. Y de repente ha dado un resbalón morrocotudo. Desprenderse de Sosa Wagner ha sido un error, al menos de la manera en que lo ha hecho.
Díez nos ha ofrecido una imagen de ordeno y mando que no le favorece, y sobre todo hace pensar que a lo mejor ella tampoco es diferente.
El error ya no tiene marcha atrás, pero si no quiere perder a los votantes que ahora mismo piensan que a lo mejor peca de personalista tendrá que hacer gestos y dar pasos pasos en la única dirección posible: demostrar que en UPyD se puede discrepar sin que se abra la tierra bajo los pies del discrepante.
No sé si Rosa Díez es consciente del daño que se ha hecho a sí misma y a su partido con el adiós de Sosa Wagner. Ahora tiene que recuperar la credibilidad perdida. Y cuanto antes mejor.

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