Fermín Bocos – El enigma de Podemos


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

Podemos es una fuerza política emergente nacida de la semilla del 15 M y crecida y fermentada en el rechazo de una parte transversal de la sociedad española a la corrupción política. Repudio a la corrupción y crítica al distanciamiento de los políticos respecto de los problemas reales de la gente. Tengo para mí que el escandaloso rescate con fondos públicos de las cajas de ahorro (arruinadas por sus maniobras financieras de alto riesgo), al tiempo que se incrementaban los desahucios -en muchos casos de trabajadores que habían perdido el empleo-, actuó como la espoleta de una mecha de indignación aplazada. Al margen de su discurso y programa de registro populista y demagógico, Podemos, acierta en el diagnóstico acerca de algunos de los males que aquejan a la sociedad en nuestros días.
Es mucha la gente que está harta de lo que ve y coincide en la denuncia de las políticas de austeridad que han empobrecido a las clases medias y medias bajas; harta de los injustificados privilegios fiscales de las grandes corporaciones; que no entiende las subvenciones a las eléctricas; que está cabreada por la laminación de las ayudas sociales y desmoralizada por el adelgazamiento de la inversión destinada a los programas de investigación y desarrollo.
No es fácil avizorar si estamos ante una marea nacida de la indignación o puede ser algo más. Incluso el nuevo barco de la izquierda española situada a la izquierda del PSOE. Sobre todo, gente joven a la que en la era de Internet no sintoniza con el viejo discurso de los comunistas españoles. El millón de votos que obtuvo en las elecciones europeas y los pronósticos favorables de los sondeos sugieren que Podemos, pese a su estructura todavía magmática, puede convertirse en un edificio político sólido a condición de que no pierdan el contacto con la realidad.
España está mal. La crisis se ha llevado por delante cinco millones de empleos y ha empobrecido a otros tantos millones de trabajadores de todas clases, pero, afortunadamente, no vivimos en un país del Tercer Mundo. Aunque menguado, el Estado de bienestar no ha sido destruido. El sistema judicial no es corrupto. Las Fuerzas Armadas respetan el sistema democrático. Son constitucionalistas y, en consecuencia, neutrales. Quiero decir con todo esto que para regenerar el sistema; para recuperar en plenitud el Estado del bienestar; para poner coto a la corrupción y expulsar de la vida pública a los políticos corruptos obligándoles a devolver lo robado; incluso para, eventualmente, cambiar la Constitución y despejar el dilema entre Monarquía o República no hace falta una revolución. No hay que asustar al personal. Por eso creo que sería útil que Podemos desvele cuanto antes su enigma.

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