Antonio Casado – Francia, a la derecha


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

En las recientes elecciones municipales francesas los socialistas sufrieron un histórico revolcón, precisamente en el ámbito local, mayoritariamente colonizado por la izquierda. Justo castigo de sus votantes por incumplimientos del Gobierno presidido por Jean Marc Ayrault. Las políticas de Hollande contra la crisis económica no respondieron a las expectativas de sus electores y en las urnas ocurrió lo que tenía que ocurrir.
Pero Hollande entendió el mensaje al revés. Lo primero que se le ocurrió fue hacer una crisis de Gobierno, tras la dimisión de Ayrault, y nombrar a Manuel Valls con el encargo de lograr una economía más competitiva. Es decir, menos gasto público y más productividad, aunque sea con sacrificios. Más o menos, el guión que inspiró a Zapatero en mayo de 2010, al saber que el déficit público se había disparado hasta el 11%. Las consecuencias de aplicar aquel guión las comprobó el PSOE con su desplome en las urnas de las elecciones generales (noviembre 11) y en el ánimo de sus seguidores, que no se reconocieron en absoluto en aquellas recetas inspiradas sólo en la austeridad.
Al menos Francia parte de una situación mejor en desequilibrio de las cuentas públicas porque su déficit de 2013 es solamente del 4,3% (España está en el 6,6, con un 93,9 de deuda), y eso le permite mantener los gastos en educación, justicia y seguridad, al tiempo que se decreta una masiva rebaja en cotizaciones sociales de empresarios, lo cual debe contribuir a la creación de empleo. De todos modos, tanto los recortes de las grandes partidas (funcionarios y pensionistas, básicamente) como el alivio de los costes empresariales responde a una concepción neoliberal del saneamiento económico, ciertamente alejada de las tradicionales recetas socialdemócratas. Y por eso están recibiendo críticas por parte de los sindicatos y el propio partido, hasta el punto de haber surgido un numeroso grupo de diputados del PSF dispuestos a romper la disciplina de voto cuando la semana que viene el programa («Plan de Responsabilidad», recorte de 50.000 millones de euros en el periodo 2015-2017) se presente en la Asamblea Nacional.
El mantra de que «no podemos vivir por encima de nuestras posibilidades», pregonado a los cuatro vientos de la Unión Europa por Angela Merkel, abrazado por Zapatero y continuado por Rajoy en España, e inesperadamente descubierto por los socialistas franceses, ha terminado cursando con un giro a la derecha de Hollande, por presión de Merkel, y un giro a la izquierda de Merkel por presión de sus aliados socialdemócratas en el Gobierno de Berlín. Como lo oyen: mientras el dúo Hollande-Valls congela el sueldo de funcionarios y pensionistas, Merkel deja la jubilación en 63 años (45 de cotización, eso sí), promueve la participación del 30% de mujeres en los consejos de las grandes empresas y mejora las prestaciones de los dependientes. Quién lo hubiera dicho.

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