Desde Rusia con horror

Un mal día, hace ahora 25 años, descubrimos espantados que a dos horas de vuelo de Madrid, gente blanca y civilizada como nosotros comenzaba a matarse y que la guerra, algo que considerábamos imposible en Europa, tapizaba de cadáveres los Balcanes.

Las circunstancias en Ucrania son muy distintas y elementos que en la antigua Yugoslavia fueron determinantes, como la religión, el alfabeto, la herencia federal o la proliferación de autodefensas armadas, parecen ausentes, pero muchas de la tesis y proclamas que sonaron entonces, resuenan de nuevo en mis oídos.

También ahora, como los serbios de Croacia y de Bosnia, los rusos ucranianos imploran a la ‘Madre Patria’ que mande armas y pertrechos.

También hora se acusan unos a otros de de no respetar los acuerdos y jugar sucio.

También ahora se habla de ‘genocidio’ y la UE y EEUU operan a trompicones, vacilando a cada paso, sin saber como aplacar el fuego que han contribuido a encender.

Rara vez el ser humano aprende las lecciones del pasado, pero estamos a tiempo de evitar una enorme tragedia.

El presidente ucranio, Alexandr Turchínov, que en teoría es un simple interino pero actúa como ungido por las urnas, cometió ayer la inmensa torpeza de anunciar la puesta en marcha de una nueva «operación antiterrorista».

Sin duda tiene razón cuando acusa al Kremlin de alimentar la revuelta, pero no hay nada que pueda contribuir más a enconar el conficto, que agitar la amenaza de aplastar a los prorrusos sin capacidad efectiva para hacerlo.

Si quiere la paz y evitar que Putín tenga nuevas excusas para convertir el este de Ucrania en un protectorado, debería poner orden en Kiev, desarmar a las milicias derechistas que campean a sus anchas por el Euromaidan y concentrarse en que este 25 de mayo se celebren unas elecciones dignas de ese nombre.

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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